Capítulo 4

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Capítulo 4: mis ojos sufren cuando te veo.

Shayra

Tenía cuarenta minutos exactos para estar en el parque. Me bañé a toda velocidad mientras escuchaba las puertas de mi armario siendo abiertas por Annie, quien buscaba algo decente para ponerme.

Estaba emocionada. No debería, nadie me aseguraba que el chico no fuese un maniático, pero aun así, no podía evitar estarlo. Salí envuelta en una toalla y me quedé atónita con lo que vi del otro lado del umbral.

—Annie...

—¿Qué? ¡está precioso! —dijo, dando una vuelta con el vestido pegado a su pecho, como si lo estuviese modelando.

«Dios, ¿no me reservaste personas normales?»

—¡Ese es el vestido de mi primera comunión!

—Ya lo sé, estuve ahí —lo pone sobre la cama, alisándolo—. Espera y te busco lo mejor.

Salió disparada a no se dónde y yo busqué algo para vestirme ya que definitivamente ese vestido blanco no era, ¡parecía vestido de novia!

—¡Esto es bellísimo! —volvió Annie.

Efectivamente los tacones que sostenía eran bellísimos, los dos problemas eran:

1. Pertenecían a mi mamá.

2. Iba al parque, no a recibir un Grammy.

—Estarás pendeja si crees que me voy a poner eso —dije, rebuscando todavía—. Te está fallando el estilo moderno.

—Entonces, ¿qué te piensas poner?

No dije nada, porque yo tampoco sabía, pero el color chillón de lo que buscaba apareció ante mis ojos como respuesta. Lo tomé y me quité la toalla.

—¿En serio, Shayra? pareces un pollo, que horror.

—Es mi prenda favorita.

—Pues, tu prenda favorita da asco. Prefiero el vestido de la primera comunión.

Chasquee la lengua, ignorándola. Terminé de vestirme y cepille mi cabello húmedo frente a el espejo antes de aplicarme lápiz labial.

—Lista —dije cuando terminé de calzarme las converse blancas que decidí usar.

—Qué horrible.

Nada mejor como los ánimos de tu mejor amiga...

—A mí me gusta.

—A mí también, pero con eso no vas a conquistar a nadie.

—No quiero conquistar a nadie —le expliqué por enésima vez.

—Yo creo que sí —tomó su teléfono, que yacía por ahí tirado sobre la cama— ¡Dios mío!

—¿Qué?

—¡Se está haciendo tarde! —exclamó y salió corriendo de la habitación como si la que se iba a encontrar con alguien fuera ella — ¿A qué esperas? — gritó desde abajo.

Renunciando a todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora