Capítulo 15

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Capítulo 15: La vida es una mierda, ¿por qué un juego tiene qué ser distinto?

Shayra


No sabía si estaba haciendo mal, pero se sentía tan idóneo tener sus labios sobre los míos que no quise pensar en nada más, no quise vivir otro momento que no fuese ese.

El carrusel se detuvo lentamente y el se separó de mi, tenía una sonrisa genuina y una expresión de satisfacción plasmada en su rostro. Me bajé del hermoso caballito y él lo hizo conmigo.

—Vamonos de aquí —ordenó, mientras caminábamos por el centro de la feria.

—¿A dónde?

Pareció pensarlo un momento.

—Podemos ver una película en mi apartamento —sugirió.

Chasquee la lengua, divertida.

—¿Es esa una invitación para hacer cosas?

Quizás yo no era tan atrevida como para decir sexo delante de todos, pero sabía que él me entendería.

—¿Qué cosas? —preguntó con fingida indiferencia, mirando una tiendita de juegos.

—Ya sabes... esas cosas —enfaticé la última palabra.

—No te estoy invitando a tener sexo conmigo —dijo tranquilo y sentí la sangre fluir en mis mejillas—, no todavía.

Me quedé callada sin saber que responder. Era cierto que ya no era virgen, tan cierto como que era demasiado tímida cuando me tocaba hablar de eso y las cosas con Adonis eran distintas, todo con él lo era.

—Vamos a quedarnos un rato —cambié de tema.

Giró los ojos y señaló la pequeña carpa frente a él.

—¿Te quieres ganar un oso, o qué?

—No —arrugué la nariz—, no me gustan.

—Por fin coincidimos en algo —murmuó.

Seguimos caminando y accidentalmente rocé su mano con la mía, ni siquiera me miró cuando la tomó y entrelazó sus dedos con los míos. Fue una sensación única que hizo que las palomas revolotearan en mi estómago. Me dirigió a la cabina de fotos y me sorprendió que quisiera unas fotos conmigo. Principalmente porque él se veía como uno de esos chicos raros que no les gustan ser fotografiados y se lo hice saber:

—Creí que no te gustaban las fotos.

—Sin embargo, soy demasiado fotogénico como para privarte de eso.

Estúpido ego que se cargaba, en eso, no podía evitar compararlo con Kirk. Tiró de mi mano hasta meterme con él dentro de la cabina. Presionó el botón y se sentó, sentándome con él a su lado. La posición era demasiado tensa y así fue como salió la primera foto. No me gustó, así que lo abracé de costado sin importarme si se molestaba o no y le di mi mejor sonrisa a la cámara, en la tercera y última, -mi favorita-, pasó un brazo por mis hombros, devolviéndome el abrazo.

Tomé las fotos y salimos, le entregué la segunda y me quedé con las otras dos. Caminamos sin rumbo alguno hasta que esta vez, volví a tomar su mano.

—¿Por qué no estudias?

—Hice un curso de Marketing —respondió sin mucho interés.

Parecíamos sacados de una película cliché, en donde la pareja usa una prenda del mismo color para combinar.

Renunciando a todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora