24. AXEL

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Se levantó y se fue cuando estaba allí para verla a ella, no para ver al penoso equipo de animadoras. Me ponía que se pusiese celosa, pero joder, me conocía lo suficiente como para saber que ni me iban ni me venían las tías a no ser que fuese ella. Sabía que yo no me habría sentado ahí si no estuviese ella con Vlady al lado tocándola. O simplemente si no estuviese ella, dejando el tema del ucraniano de lado.

- Por cierto, Blake - me llamó Vlady. Le miré de reojo esperando la pregunta -. ¿Bella tiene novio? Es por saber si puedo tirarle la caña o debo cortarme un poco, ya sabes.

Sentí cómo me hervía la sangre de una manera subliminal, y cómo mi puño se cerraba, deseando estamparse en su cara de gilipollas. Vi la diversión en sus ojos y por fin se quitó la máscara de chaval amable y cordial, por fin vi quién era realmente.

- No, no tiene - si mentía ella se enfadaría, y no quería eso.

- Entonces no habrá problema en que me la quiera follar, ¿verdad?

Le miré y no pude evitar fulminarle con la mirada; si seguía así, se me agotaría la paciencia y montaría un espectáculo en mi propia casa.

- Eso tendrás que preguntárselo a ella, ¿no crees? - mascullé.

- Creo que ella no tendrá problema. La verdad es que siempre se me insinúa, no sé si lo notaste.

"Cálmate, por Dios. Cálmate".

- No estoy muy pendiente de eso.

- Es imposible no mirarle el culo - estaba sonriendo cuando lo dijo.

No podría aguantar mucho más si no cerraba la boca, y al parecer no estaba en sus planes hacerlo.

- Sabes que no estoy interesado en mirarle el culo a las tías.

- Pues deberías, porque joder... Y si le quitase esa camiseta tan grande estoy seguro de que encontraría más curvas.

- Y yo estoy segura de que si te arrancase los ojos encontraría un enorme agujero lleno de nada.

Me giré para ver a mi hermana con cara de pocos amigos detrás del respaldo del sofá. Relaje los músculos y le dirigí una sonrisa sincera, que me devolvió con los ojos para no destrozar su fachada neutra.

- Venga, Alycia, enróllate un poco - volví a tensarme por la mirada que le dirigió a mi hermana, pero no dije nada. Ella sabía defenderse sola.

- No voy a permitir que hables de mi amiga como si fuese un jodido juguete sexual, así que si vas a seguir, te pido amablemente que te marches.

Los jugadores escucharon a mi hermana hablar y murmuraron un "uuuh" apreciativo. Podrían ser unos imbéciles, pero a la hora de escoger un bando siempre les daba igual que fuese uno de los suyos quien llevase razón o no; se iban a quien llevaba razón, incluso si eso conllevaba a dejar a uno atrás. Eso lo admiraba de ellos.

- Venga ya, tampoco dije nada grave.

- Eso lo decido yo, porque estás bajo mi techo y yo elijo lo que me molesta y lo que no.

- Lleva razón hermano, déjalo estar - uno de los del equipo de baloncesto nos apoyó y eso hizo que mi hermana sonriera con superioridad.

Al final dejó el tema y se puso a mirar el móvil, como debería haber hecho desde el principio. Ally puso sus manos sobre mis hombros desde atrás y los apretó ligeramente mientras me susurraba "estate tranquilo". Y después de eso lo estuve, al menos en cuanto al chaval, porque tuve que estar evadiendo todo el tiempo las miradas coquetas de las animadoras. Tendría que haberme puesto otra camiseta antes de bajar, pensé. Eran como perros mirando carne.

Después de un rato intercambiando palabras con ellos y rehuyendo a las chicas, mi hermana salió de la habitación con una mueca de confusión. Iría a buscar a Finn, al que no había vuelto a ver. Y a Bella.

Me había acostumbrado tanto a su presencia diaria que ahora se me hacía raro estar sin ella. Y... le echaba de menos. Hice una mueca ante la aprensión que sentía hacia ella, porque me jodía de una manera subliminal. El hecho de ser "dependiente" - tampoco llegaba a eso - de ella me molestaba ya que me hice una promesa. Una promesa que no debía romper.

Pero la había roto, y no sé por qué, me importó una mierda al verla entrar siendo arrastrada por mi hermana junto a Finn. Los dos tenían una sonrisa divertida, despreocupada, y mi hermana una mueca de hastío. Sonreí inconscientemente ante el cambio de todo, y solo por ella, su llegada. Ambos le habían cogido mucho cariño, yo incluido.

Me fijé en que las animadoras nos observaban a ambos, a ella sentada al lado de Finn, a una fina distancia de mí, y a mí, y no se me escaparon los celos que desprendían sus ojos. Eso me hizo gracia ya que actuaban como si yo les perteneciera o les hubiese pertenecido alguna vez. Estúpidas.

- Bueno - dijo Ricky captando la atención de todos -. ¿Queréis jugar a algo? Como un verdad o reto, botella...

- Un verdad o reto estará bien - se animó Finn a mi lado. Sonreí y me incliné hacia delante con él, dispuesto a acompañarle.

- Bien. ¿Todos juegan?

Finn y yo nos giramos a ver a Bella y asintió con la cabeza, dando a entender que no le importaba jugar. Si se pasaban con ella...

- Empiezo yo - se hizo notar una de las animadoras, Carla - Isabella, ¿verdad o reto?

Hoy la tomarían con ella, lo sabía.

- Verdad.

- ¿Eres virgen? - preguntó con una sonrisa pícara.
Bella se puso rígida por la pregunta, pero se recompuso. "Vamos pequeña", pensé.

- No - contestó seria.

- Vale, ahora me toca a mi - Finn saltó y me le quedé mirando extrañado - Carla, ¿verdad o reto?

- Verdad.

- ¿Es verdad que eres una zorra que se ha tirado a medio equipo de baloncesto?

Múltiples carcajadas llenaron mi salón, incluida la mía. Me encantaba cuando Finn se ponía en ese plan, y que lo hiciese por Bella me gustó más. La cara de la chica se volvió de un rojo intenso y fulminó con la mirada a mi amigo.

- ¿Cómo te atreves? - exclamó indignada.

- Creo que el juego no va así - Finn se recostó en el sofá con una sonrisa juguetona -. Tienes que decirme sí o no, no es tan difícil.

La animadora se levantó echa una furia, y todos se echaron a reír menos alguna de sus amiguitas, ya que algunas también se reían de ella. Les lanzó una mirada que mataría a cualquiera y se callaron, aguantando la risa. Finn yacía a mi lado con una sonrisa victoriosa y le guiñó un ojo a Bella. Sonreí, pero sentí cómo mi estómago se encogía por ese gesto.

No podía estar celoso. Joder, era Finn. Sacudí la cabeza para zafarme de esa idea y me centré en otra cosa.

Esa noche se me haría larga.

El día que perdí su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora