12. ISABELLA

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No había vuelto a ver a Axel desde que se fue de mi casa el sábado por la noche, y de eso habían pasado dos días. No quería admitirlo, pero le echaba un poco de menos. La sombra de sus caricias y sus besos me habían acompañado día y noche despertando mi piel, haciendo que quisiera más. No creía que eso fuese bueno porque no éramos nada, más que nada porque no nos conocíamos. Yo le conocía un poco, pero él no me conocía a mí. Tampoco sabía cómo abrirme a él, cómo mostrarle quién era. Lo había estado pensando y era bastante complicado teniendo mis experiencias. 

La única confidente que había tenido durante todos estos años era mi madre, nadie externo sabía de mi vida. Y no sabía si Axel se merecía saber esos detalles.

El lunes no le vi por la mañana, ni a él ni a su hermana, solo estaba Finn y estaba raro, distante. Entonces se me ocurrió la idea de que se hubiese tomado mal lo de que estuviese en ese plan con Axel. Había escuchado su conversación del sábado en la cocina y él intentaba protegerle. No sabía qué le había pasado a Axel, tal vez lo decía por su ex, pero yo no iba a morirme. Al menos por ahora.

Y tampoco podía preocuparse por si me iba a morir o no porque sino no tendría ni amigos. No se pueden pensar en esas cosas.

Volviendo a casa con Finn, al fin me dirigió la palabra.

- Isa - empezó -, me preocupa Axel.

- ¿Por qué? - dije intentando mantener la calma.

- Porque le veo muy pegado a ti, y eso no es bueno - me detuvo agarrándome por el brazo, su agarre era demasiado fuerte y rápido me empezó a arder la piel -. ¿Qué pretendes, Isa?

- Yo no pretendo nada - dije a la defensiva.

- Lo dudo - dijo entrecerrando los ojos.

Entonces un brazo se interpuso entre nosotros y me zafó del agarre de Finn. Su cuerpo se puso delante del mío, como protegiéndome, y sentí una cálida sensación. La sensación que solo él conseguía que sintiese.

- Creo que ya te estás pasando, Finn - dijo con cautela.

- Estás callendo y te va a hacer daño - dijo con voz dolida.

- Es mi amiga - dijo en tono seco -. Y es mi vida. Esta vez no te metas, por favor. No me importaría caer.

Sus palabras me dejaron más confundida de lo que ya estaba con esta situación. "No me importaría caer". Eso fue una declaración directa de intenciones. Que no le importase caer por mi, sentir algo. Sentí una pequeña llama de esperanza en esas palabras, ya que estaba convencida de que no quería nada más que un desahogue. Pero estaba dispuesto a evolucionar.

- Solo no quiero que acabes mal - dijo Finn con una mirada triste.

Y pude entenderlo. Pude entender que estaba intentando ser la red de su amigo, que intentase evitar que cayese de nuevo, que volviese a hacerse daño. Pero al parecer Axel no estaba por la labor, y sentí lástima por Finn porque sus intenciones no eran malas. Eran todo lo contrario a malo.

- Yo no quiero hacer daño a nadie - susurré detrás del cuerpo de Axel.

- Lo sé, perdona - dijo Finn tirando de las raíces de su pelo. Estaba nervioso -. Es solo que he visto crecer a este imbécil y le han hecho demasiado daño, sé que no lo harías intencionadamente. Solo tened cuidado, joder.

- ¿Nos vas a dar condones también? - dijo con sorna el castaño.

Sentí como mi cara se enrojecía varios tonos por la vergúenza y cómo Finn iba cambiando su mueca exasperada por una divertida. Me crucé de brazos; ahora la exasperada era yo. 

El día que perdí su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora