14. ISABELLA

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Vi cómo se alejaba con grandes zancadas y sentí cómo algo crecía en mi pecho, no sé si era enfado, tristeza, o tal vez arrepentimiento. No pretendía ponerle celoso, de verdad no lo pretendía, pero si pensé en que si realmente le importaba lo demostraría con celos. Y tanto que si lo había hecho. Me sentí culpable y empecé a andar hacia donde se había ido hasta que una mano agarró mi brazo haciendo que me detuviese.

- Será mejor que no vayas - me dijo Finn mirándome desde su altura. También era bastante alto, como Axel.

- Pero no quería enfadarle - dije mirándole suplicante. Quería ir a buscarle para aclarar las cosas.

- Ya se le pasará y vendrá, tú tranquila - dijo soltándome y rodeándome los hombros confortándome -. ¿Sabes jugar?

- Era buena en Alemania - dije mirando a Vlady.

El chico era realmente bueno y lo hacía sin apenas esforzarse, como si fuese mecánico, lo tenía todo tan estudiado físicamente que daba gusto verle jugar. Cogí una pelota y boté un par de veces; volver a tocar una pelota se sintió reconfortante, y me sentí un poco más familiarizada. Tiré a canasta y encesté haciendo que varios se alegrasen por ello.

- ¡Genial, Bella! - gritó Vlady.

Bella. Todo mi cuerpo se tensó haciendo que Finn me mirase extrañado hasta que entendió lo que estaba pensando. Sólo Axel me llamaba Bella.

Después de unos minutos vino el profesor, y estaba acompañado de Axel. Tenía el ceño fruncido y la mirada vacía, ni siquiera me miró. Y dolió. Finn volvió a abrazarme con el brazo, comprendiendo lo que estaba pasando de nuevo. Era muy observador, demasiado, porque todo lo intuía y nunca fallaba.

- Bien, como ya sabéis, vamos a practicar baloncesto este curso - empezó a hablar el profesor. Se detuvo y me miró con confusión - Si eres nueva, presentate por favor.

- Soy Isabella Svendsen - dije bajito.

- Es una bestia en basquet, profe - dijo Vlady desde su posición en la cancha. Se había ido con sus amigos, así que solo estaba con Finn. Sentí mi cara arder al ver cómo todas las miradas se dirigían a mi, y vi a Finn sonreír a mi lado. Capullos todos.

- Eso ya lo veremos - dijo el profesor cruzándose de brazos -. Venga, quiero capitanes. Haremos tres equipos y jugaréis un triangular.

Los capitanes fueron Vlady, Axel y un chico pelirrojo del que no sabía su nombre. Empezaron con los chicos, así que Axel eligió a Finn. Cuando estuvieron juntos Finn le susurró algo a Axel mientras me miraba. Desvié la mirada y esperé a que dijesen mi nombre.

- Bella.

Vlady había dicho mi nombre, así que fui con él. Miré a Axel y vi la rabia en sus ojos, sus puños estaban cerrados y tenía un brazo agarrado por Finn en una señal de "ni se te ocurra". Me sentí fatal, pero yo no podía hacer nada, si Vlady me había elegido antes no podía hacer nada. Mientras los chicos elegían, se fue formando mi equipo, y el de Axel, que seguía con una mueca de enfado en su rostro.

El primer partido fue entre el equipo de Axel y el restante, así que nosotros nos tuvimos que sentar en las gradas. La verdad es que las instalaciones del instituto eran mucho mejores que en las que yo había estado, y eso se agradecía.

- ¿Jugabas antes? - me preguntó el ucraniano mientras se sentaba a mi lado.

- Hace años que no juego, pero sí - respondí mirando a Axel. Era el más alto de todos, resaltaba entre sus compañeros.

- Eso no me lo esperaba, eres muy bajita - dijo riendo.

- A veces eso no tiene que ver - dije mirándole con una sonrisa.

Me devolvió el gesto y me di cuenta de lo guapo que era: ojos azul eléctrico, pelo del color de la miel, facciones suaves pero a la vez rudas. Se dió cuenta de que le observaba después de dirigir su mirada al partido, y me sonrió con las mejillas algo encendidas, haciendo que me pareciese adorable.

Entonces una sombra se irguió sobre mí, una sombra de un chico sudoroso y sediento, algo cabreado, de brillantes ojos verdes y cabello alborotado.

- Os toca salir - me dijo con una voz ronca que hizo despertar mis sentidos.

Alcé la cabeza para mirarle y ya no tenía esa mueca de enfado de antes, estaba exausto, pero no tan enfadado. Me levanté y sin decirle nada fui a mi posición; no quería liarla más.

Comenzó el partido y pude encestar un par de canastas, gracias a que Vlady me pasaba la pelota, porque sino sólo hubiese defendido. Era normal, todos confiaban en el resto y a mi no me conocían. El equipo contrario era bueno, fue complicado, pero al final acabamos ganando por un par de puntos. Así que tendríamos que enfrentarnos al equipo de Axel, Finn y Riven. No quería enfrentarme a mis amigos, quería jugar con ellos, pero Vlady se adelantó a Axel. El chico me rodeó los hombros con el brazo y vi cómo Axel se tensaba al lado de Riven.

- Os va a machacar, chicos - dijo con sorna. Sonreí por su buen humor y porque creía en mí.

- Eso ya lo meremos, Vlady - dijo Finn desde la distancia.

Y empezó. Todos eran demasiado altos para mí, así que no pude encestar ni una. Todos estaban pendientes de mi por culpa de Vlady, pero no fue del todo malo; mientras me cubrían para que no me la pasaran, el resto aprovechaba para encestar, pero en el último momento Finn y Axel tomaron el control y acabó ganando su equipo.

- Lo has hecho bien aprovechando que iban a por ti - me dijo un chico. Mike, creo.

- Gracias - le dije sonriendo.

Me di cuenta de que todos los de mi clase eran bastante agradables, no me decían nada malo, solo me hablaban para elogiarme. Era algo extraño, pero también lo agradecía. Alycia se me acercó y se dejó caer sobre mi cuerpo haciendo que riese.

- No puedo más, estoy muerta - dijo jadeante.

- ¿Cómo se te puede dar tan mal? - dije mientras cargaba con ella hacia clase. Tenía que ir abrazada a ella porque sino se sentaba en el frío suelo a descansar.

- Yo qué sé - me contestó molesta. Reí y me sonrió -. Tú eres muy buena, no es justo.

- Tampoco lo soy tanto.

- Discrepo - me llevó la contraria, pero no seguí con el tema -. ¿Qué le pasa a Axel?

- No lo sé - dije bajito.

Le busqué con la mirada al hermano de mi amiga y le vi más adelante con una toalla en la cabeza y mi camiseta sudada. Quería abrazarle, aunque sonase asqueroso. Estaba hablando con Finn, serio como siempre, pero se veía tan hermoso. De pronto rió y sentí mariposas en mi estómago, por la imagen, por el sonido de su risa ronca, por él.

- Dios - escuché a Alycia decir a mi lado. Me asusté y dirigí mi mirada hacia la suya, que me miraba sorprendida -. A ti te gusta mi hermano.

- ¿Qué? No - me puse aún más colorada y desvié de nuevo la vista hacia el chico.

En ese momento estaba mirándome y se veía tan jodidamente bien. Tan... Como le dije un día, caliente. Me hizo un gesto con la cabeza y fui arrastrando a Alycia como un perrito faldero. Cuando llegué, me acarició la cabeza y me sentí más denigrada aún.

El resto del día pasó rápido, entre clase y clase estuve hablando con Vlady y Alycia, bajo la atenta mirada de unos ojos verdes que no aprobaban lo que veían. Me sentía mal, pero como él dijo, no somos nada, así que no tenía de qué preocuparme.

Al salir, un brazo rodeó mis hombros y vi que era él.

- ¿Te parece que vaya a tu casa a comer? - me preguntó. Parecía tranquilo, pero sus ojos ardían. No sé por qué supe que discutiríamos.

- Claro - dije tensa.

Empezamos a andar con Finn y Alycia hacia nuestras respectivas casas. Y recé porque mi madre estuviese en la mía.

El día que perdí su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora