9. AXEL

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Maldecí para mis adentros. Una y mil veces mientras la ira crecía dentro de mi.

¿Cómo cojones había caído tan bajo? ¿Por qué era tan idiota?

Pensé en llamar a Finn, pero me retracté en mi idea. Él no lo aprobaría, por muy amigo mío que fuese. Y lo peor es que llevaría razón.

Mientras iba a recoger a mi hermana me pregunté muchas cosas respecto a esa tarde. Como si había intentado provocarme poniéndose esa ropa. Pero sonaba patetico y algo anticuado. Dudo que fuese por eso, lo poco que conocía a esta chica negaba esa posibilidad. Pero, ¿por qué? ¿Por qué reaccioné así? Fue verla y sentir como se me secaba la boca, al igual que mi garganta. Quería empotrarla contra la jodida pared.

Negué con la cabeza para esfumar esa imagen de mi cabeza. Tenía que evitar ese tipo de pensamientos. No podía mirar a esa chica con lujuria. No podía volver a escuchar un jadeo suyo. Eso me recordó que le había cogido del culo. Joder, estaba enfermo.

Empecé a ir más rápido y el fresco aire de la noche me golpeó la cara. Necesitaba despejarme. Necesitaba olvidarme de esta tarde con ella. Pero no todo había sido lujuria, sino risas, caídas. Hacía tiempo que no disfrutaba así con alguien porque Finn ya no cogía el skate para nada. Fue descubrir el BMX y dejar el skate de lado.

Ella había accedido a aprender, a estar conmigo una tarde. Era buena persona.

En estos últimos días he visto cómo comía más, cómo se esforzaba por comer. No tenía ni idea de por qué estaba tan delgada, pero estaba mejorando. Por eso iba a comer a su casa cada vez que podía, aunque tuviese que hacer la comida para mi hermana la noche anterior. Me sentiría mal si no comía, y sonará como que la estaba obligando, pero solo me aseguraba de que comía.

En poco tiempo Bella se había convertido en una especie de pasatiempo para mi, me hacía salir de casa, me ocupaba las tardes porque no entendía nada de latín. Era bueno ser su amigo.

Pero le había tocado el culo, joder. Y ella había jadeado. Cosa que me excitó y eso no debería ser así.

Llegué el bar y mi hermana estaba fuera. Tenía a un tío acorralándola, y eso bloqueó todos los pensamientos a los que les daba vueltas. Cogí el skate y me acerqué despacio.

- Venga, nena, seguro que cobras por horas - estaba balbuceando el hombre -. Y no me digas que no eres una zorra, porque no me lo creo.

- Ya se lo he dicho... Yo no me dedico a eso... - susurró Alycia.

Vi el miedo en sus ojos. Y no me pude aguantar más. Me acerqué a mi hermana y tiré de su brazo para ponerla detrás de mi. El tipo se giró y me miró con asco cuando se encontró a un chico en vez de una chica.

- Mocoso, apartate de la puta - dijo echándome su aliento. Arrugué la nariz por el hedor a alcohol -. Me la he pedido primero.

- Ella ya le ha dicho que no es ninguna puta - dije entre dientes, intentando mantener la calma -. Así que, si no es mucha molestia, déjela en paz.

Entonces el hombre borracho me atestó un golpe en la parte izquierda de la cabeza. Me tambaleé. Mi hermana gritó. El hombre avanzó para agarrar a mi hermana, pero estiré mi pierna y la deslicé por el suelo para hacerle caer. Mi pacencia se acabó en ese momento. 

Me senté sobre el hombre y le atesté un golpe. Otro. Le rompí la nariz. Mi hermana seguía chillando, pero no oía nada. La ira me había nublado los sentidos y solo podía golpear al cerdo que tenía delante. Dos hombres salieron del bar y me separaron. No me revolví; me había quedado agusto.

Mi hermana me miraba horrorizada por cómo me había puesto, pero sabía que también estaba agradecida. Ella sabía que haría eso y mucho más por ella.

El día que perdí su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora