Ese día me levanté más enérgico de lo normal. Quería ignorar la razón, pero no podía. Me iba a buscar la ruina.
Salí de mi habitación ya vestido y me coloqué algo el pelo, solo para no tenerlo erizado por la parte de atrás. Pasé al lado de mi hermana y se me quedó mirando como si tuviese un moco gigante en la espalda, con sombrero y corbata incluidos.
- Buenos días a ti también - le dije.
- ¿Cómo que buenos días? ¿Qué haces levantado? ¿Estás malo? - dijo todo esto tocandome la cara y la frente sin parar, haciendo que me agobiase.
- Joder, no - dije apartándola -. Solo no quiero hacer esperar a Finn.
Y quería ver si venía Bella, pero eso me lo guardé para mi.
- Oye... - dijo sujetándome la camisa para que me detuviese. Le miré - ¿Puedo ir con vosotros?
Levanté una de mis cejas mientras le miraba de hito en hito. ¿Mi hermana me estaba preguntando eso pudiendo ir con su fantástico coche? Imposible.
- Ahora el que debería tomarte la temperatura soy yo - dije son sorna mientras me comía una manzana en la isla del centro de nuestra cocina.
- Oye, no estoy bromeando - dijo haciendo un mohín -. Estoy harta de tener que hablar con personas que solo saben responder con monosílabos, hablar de chicos que ni conocen y que intentan imitarme. Quiero hablar con personas racionales. Y conocer a la tal Isabella - dijo con un guiño.
Sentí como me tensaba. Mi hermana no sabía guardar muy bien los secretos. Y no es solo mis secretos, sino mi pasado. Mi puta vida privada.
- Ni se te ocurra contarle nada mío - le avisé con los ojos entrecerrados. No me fiaba un pelo de ella.
- ¿Y por qué no? - dijo con una sonrisa mientras se terminaba su yogourt - Seguro que la chica está interesada en ti.
- No, no lo está. Suéltale algo y no sales viva, sabes que hablo en serio Alycia - le dije tajante.
Tal vez en un futuro le contase algo sobre mí. Algo. Y me encargaría yo. No me gustaba compartir detalles de mi vida privada, y muchísimo menos que mi hermana fuese divulgando dichos detalles por ahí.
Salí y ya vi a Finn fuera. Parecía que tenía un reloj en el culo. Me sonrió y después se le descolocó la expresión al ver a mi hermana. Desde que éramos pequeños había sospechado que a mi amigo le interesaba mi hermana. Eso era algo repugnante y raro para mi porque era mi hermana.
- ¿Qué hace la princesita yendo a clase con simples plebeyos? - bromeó mi amigo. No pude evitar soltar una carcajada por el comentario.
Alycia no se molestó en contestarle; le atestó una hostia en el brazo directamente. Yo seguía riéndome viendo como se peleaban
- Buenos días.
Me giré en dirección a la voz ronca. Bella. Iba vestida con unos pantalones ajustados y una camiseta de Green Day. Joder, tenía buen gusto musical.
- Buenos días, Bella - dije aún riéndome -. ¿Qué tal despertaste?
- Bien - dijo poniéndose a mi lado -. ¿Te hace gracia que se peleen? - me preguntó confusa mientras Alycia le atestaba una patada en el muslo a Finn y este salía corriendo.
- Me gusta ver el mundo arder - dije con voz seria y ronca.
Me volví para mirarla y estaba mirándome con los ojos abiertos, más de lo normal. Le guiñé un ojo. ¿Por qué cojones hice eso? Se sonrojó al instante y aparté la mirada para no fijarme de más. Estaba volviéndome gilipollas o algo así. Si, sería eso, estaba perdiendo neuronas.
- ¡Axel, tu hermana se ha vuelto loca! - gritó Finn.
- ¡Vuelve a llamarme princesita y te dejo estéril! - gritó la aludida.
Bella comenzó a reir por la situación y sonreí. Este tipo de cosas eran las que me hacían feliz, ver hacer el idiota a mis amigos, a mi hermana con ellos, a veces participar. Era bonito y nostálgico, pero no me arrepentía de pensar así. Era sano. Creo.
- Venga, llegaremos tarde - dije empezando a andar.
Mi hermana se separó de Finn y fue a presentarse a Bella. Me puse tenso por eso. Mi hermana, como bien era, sabía demasiadas cosas de mi. Sabía incluso más que Finn, y eso era difícil. No quería que Bella me juzgase tan rápido. Quería contarle las cosas yo, porque sino las cosas no acabarían bien. Nadie mejor que yo iba a contar mi vida.
Llegamos al instituto y vimos a Riven en la puerta. Nos saludó y empezó a caminar con nosotros hasta las taquillas. Al parecer la taquilla de Bella estaba sorprendentemente cerca de la mía, así que cuando terminé de ordenar todo un poco y coger mi libro de Latín, me acerqué a la suya.
Me apoyé en la taquilla y le miré desde mi altura. La verdad es que era bastante bajita para ser alemana. Y tenía unas caderas que... Joder. Intenté empezar un tema de conversación para no perderme en ese tipo de temas.
- ¿Te gusta Green Day o la llevas por llevarla? - le pregunté señalando su camiseta.
- Me encanta Green Day - respondió con una sonrisa. Sacó su libro de Latín. Al parecer tendría varias horas con ella - ¿A ti te gusta Green Day o me lo preguntas para hablar de algo?
- Ambas - dije con una sonrisa -. Boulevard of Broken Dreams.
- Wake Me up When September Ends - dijo. Joder, era la más bonita sin duda.
- Parece que te gusta lo tranquilo.
- Me gusta deleitarme con la buena música. Esa canción te deja disfrutarla con una vez que la escuches.
Y tenía toda la razón. Entramos a clase con Riven y así fue todo el día, estar con mi hermana y con Finn, ya que Riven estaba un poco ausente ese día. Bella intentó preguntarle al respecto, pero al parecer no quería hablar del tema con ella. Obviamente no le pregunté que ocurría con él.
Al final del día acompañé a Bella a su casa. Finn me miró de una manera extraña, pero lo ignoré. No sé qué tenía ella, pero tampoco quería darle muchas vueltas. A veces dejarse llevar no estaba mal.
- ¿Harás algo hoy? - me preguntó cuando llegamos a su casa. Me había invitado a pasar ya que su madre no estaba, y no podía negarme, aunque me dio pena Alycia. En casa el que cocinaba era yo, aunque siempre tenía a los Anderton al lado. La madre de Finn nunca le negaría un plato de comida.
- A las cinco tengo que ir a trabajar al bar - dije mientras comía un trozo de pizza. Hoy su madre no había tenido tiempo de cocinar y ella no sabía cocinar. Vaya desastre de cría -, ¿por qué lo preguntas?
- Por si podrías ayudarme con Latín - dijo en un susurro.
- Claro - dije inclinándome -. ¿Qué no entiendes?
Estuvimos un rato haciendo los ejercicios que el señor Martin nos había mandado para casa. Le expliqué lo que tenía que saber para mañana, le ayudé a colocar los platos donde tenían que estar y me fui a trabajar. Fue una tarde como otra cualquiera, monótona, sin sorpresas. A última hora vino Finn y cerré el bar.
- Oye - empezó a hablar. Me giré para prestarle atención -. Te veo muy pegado a Isabella. ¿Pretendes algo?
Esta pregunta me dejó algo descolocado. ¿Por qué iba a querer algo? Sólo intentaba ser amable. O ser su amigo. La chica no me disgustaba.
- No pretendo nada, Finn, ¿a qué viene eso?
- A que llevas sin acercarte a una tía tres años después de que pasase lo que pasó, y me parece muy extraño que sea venir Isa y que hables tanto con ella y vayas a su casa. A su casa, Axel - enfatizó -. Comprende que me preocupe.
- Simplemente me cae bien - dije dirigiendo mi mirada al frente.
No hablamos más del tema en el camino a casa. Ni en lo que quedaba de semana. No era un tema agradable de el que hablar entre nosotros. Las chicas no estaban permitidas en nuestros temas de conversación, y mucho menos si se trataba de mi propia experiencia con chicas que no fuesen Alycia.
Teníamos demasiado a la espalda como para tener un motivo para tapar esos temas.
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El día que perdí su mirada
RomanceLa vida de nuestro molesto protagonista cambió del todo cuando una chica europea llegó a su pueblo. Toda ella son problemas, quebraderos de cabeza, y muchas, muchas miradas encontradas. Pero, ¿será capaz de soportar la carga de tenerla de su lado? B...