27. AXEL

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Subí los escalones con mil pensamientos en la cabeza. Finn, mi mejor amigo, mi hermano, podría haber tocado a Ally. O tal vez no, tal vez ella se había declarado por fin y él la había rechazado. Eso no era su culpa, creo. Nadie está obligado a sentir.

Me metí en mi habitación y miré el reloj. Las dos y media. Aún podría dormir un poco si Bella dormía con Ally, porque sino no podría dormir. Despertaba en mí unas ansias de tocarla, de besarla, que no podría controlarlo, mucho menos dormir.

Últimamente me había dado más cancha a la hora de tocarla. Dejaba que pasase las manos por su busto entero, acariciarla por todas partes, pero su intimidad seguía estando prohibida. Y entendía muy bien por qué, aunque no supiese del todo el motivo. Estaba seguro, sabía con certeza que había tenido algo que ver el chico del que me habló aquel día en su casa, el que había dejado en Alemania. Me ponía de una mala hostia impresionante, pero no iba a pillarme un avión para matar a ese desgraciado que a saber qué le había hecho a Bella.

Me preocupaba demasiado por ella, pensé. Y eso era verdaderamente malo. No solo el hecho de tener la relación que tenía con ella, sino que estaba ilusionándome, estaba dejando que entrase en mi vida, estaba dejando que arrasase con todo y no estaba moviendo un músculo dentro de ese huracán emocional. Me jodía pero ya estaba demasiado metido en la mierda como para ahora querer salir. Y, además, por mucho que quisiera, no podría dejarla, no así. No es que tuviese que dejarla como si estuviésemos en una relación, pero amigos no éramos.

Estaba súper confundido con todo lo que se refería a ella. Todo lo que llevaba su nombre me hacía pensar en mil cosas y me rayaba y hasta si me pillaba caliente me ponía más. Sus ojos, su boca, su nariz, su puto cuerpo entero me encendía.

Y solo de pensar en su persona apareció por la puerta de mi habitación creando en mí una erección que no quería que estuviese ahí.

- ¿Puedo? - su vocecilla se me hizo tan tierna que solo pude sonreír en respuesta.

Pasó tímidamente dejando la puerta cerrada a su paso y se adentró hasta quedar enfrente mía. Al estar sentado sobre la cama pude observarla desde una nueva altura, una que me gustaba. Abrí un poco las piernas para tenerla más cerca, y posé las manos sobre sus muslos para acariciarlos. Ojalá algún día pudiese hacerlo sin ninguna tela de por medio.

Se acercó hasta que tuvo que mirarme con la cabeza agachada, mi cara al nivel de su pecho. Me apoyé sobre él para mirarla desde abajo y una sonrisa se dibujó en su preciosa cara. Joder, sí era preciosa. Empujé un poco sus muslos hacia mí para preguntar por gestos si quería sentarse encima mía, a lo que respondió apoyándose en mis hombros para hacerlo.

"Joder", pensé. No era la primera vez que la tenía encima, aún recordaba la primera vez que lo hizo, cuando se quedó dormida y yo pedaleaba con Finn borracho intentando no matarme. Esta vez era distinto, muy distinto. Se había acercado demasiado y estaba sentada literalmente sobre mi polla. Su cara estaba a escasos centímetros de la mía y si quería podría darle un fugaz beso en los labios.

- Tú y yo teníamos que hablar de algo - susurró sin moverse.

- Creo que ahora no es el mejor momento para hablar - respondí en el mismo tono mientras subía las manos por sus piernas hasta su trasero.

- ¿No quieres saber qué le pasó a tu hermana?

Me separé un poco, empezando a despejarme. Saber qué cojones le había pasado a Alycia con Finn ahora era una de mis prioridades.

- Claro - me aclaré la garganta para intentar recuperar mi voz normal. Siempre hacía que la ronquera me venciera.

- En realidad, no lo sé. Pero - frunció el ceño - me ha preguntado si alguna vez he sentido que jugaban con mis sentimientos sin importar que me destruyera. ¿Crees que habrá sido Finn?

El día que perdí su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora