Capitulo V: Equinoccio

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Estoy sentada con dos barquillas en mis manos sobre un pequeño banco que queda del otro lado de la carretera frente al motel. Oigo a lo lejos el estruendoso sonido de un motor que se acerca en un lujoso mercedes. Se detiene en una esquina de la carretera y veo que de este se baja aquel muchacho llamado Ángel, envuelto en un enorme y carísimo abrigo; se le ve bastante arreglado y seguro de sí mismo, las cadenas que cuelgan de su cuello brillan a merced de la noche. Se acerca y se reúne conmigo e inmediatamente sus ojos brillan en respuestas de los míos. Un aroma excelente a Acqua di Gio de Giorgio Armani se hace presente en cuanto lo tengo al frente. Se ve exactamente igual a como lo recordaba en mis sueños.

— Hola — Dice con una sonrisa tímida.

— Hola — Le respondo igual.

— No era necesario que me compraras un helado.

Habla con un gesto y un tono absorto, como si no estuviera acostumbrado a que alguien se le hiciera presente con un regalo para compartir.

— La vez pasada me convidaste las copas de vino y el aperitivo. Quería devolverte el favor de alguna forma. Es un coche muy bonito, por cierto — Le digo extendiendole el helado, levanta su mano para cogerlo apenado, pero en cuanto sus dedos rozan con los míos un pequeño choque electro se cruza entre estos.

Que extraño... La vez pasada sentí algo similar cuando estrechamos nuestras manos para decirnos los nombres.

— Muchas gracias — Responde — ¿Que tal sigues?

— Un poco mejor. Sigo en etapa de duelo, pero lo superaré.

— ¿Siguen viviendo juntas?

— No — Digo apretando los labios y con vergüenza señalo el motel — De hecho estoy viviendo allí por ahora.

Él se gira, inspecciona el lugar y da un suspiro pesado, seguramente al ser un motel barato no le parecerá un buen sitio para hospedarse.

— Pues espero que tengan al menos wifi — Comenta. Y para mi suerte no profundiza mucho sobre el tema.

— Sí, sí tienen — Me río a la vez  — Gracias por venir, tenía muchas ganas de hablar con alguien antes de ponerme a estudiar. ¿Te apetece dar una vuelta a la manzana?

— Vale ¿Quieres ir en coche?

— No, prefiero que vayamos andado... Las calles de por aquí son muy lindas.

Empezamos a caminar junto al otro mientras vamos comiendo las barquillas de helado.

— ¿Que tal van los exámenes? — Pregunta Ángel.

— Me van bastante bien. A pesar de quiera lanzarme de un décimo piso — Dije tratando de hacerme la graciosa.

Él me mira atónito ante mi comentario.

— Lo siento.. Yo no... No lo dije en el sentido de...

— Tranquila... — Hace con su mano un gesto para quitarle importancia a lo que dije — Eres una universitaria, y no he conocido a la primera persona que asista a la universidad que no le den ganas de ahorcarse cuando está en exámenes.

Vuelve a hacerme reír y sus ojos brillan nuevamente cuando escucha mi risa.

— ¿Te gusta tu carrera? — Vuelve a preguntarme dándole un mordisco a la barquilla, ya casi se la termina.

— Me encanta. Quitando los agobiantes exámenes, es mucho mejor de lo que me imaginé en la secundaría. Sinceramente, es el trabajo de mis sueños. Espero terminar esta carrera pronto.

Puedo Oírte - La Secuela De ¿Puedes Oírme? CANCELADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora