Ángel Bemehot
La reunión está siendo un éxito. El señor Silvestri — La persona con la que queremos asociarnos — Tiene un aspecto tranquilo y satisfecho al igual que su gente, tras la conversación que estamos manteniendo. Luego de cuatro horas de reunión y propuestas, su equipo y el mio decidimos tomarnos un break para almorzar. Todo marcha muy bien hasta ahora, lo único que queda por concretar es conseguir que rebaje un poco el precio del contrato y listo. La señorita Rachel Ann Preston — Mi abogada — tendrá que tomar la cabeza en ese asunto en particular tomando en cuenta el escenario general financiero y comercial.
Silvestri es el dueño del banco Mercanesc. Un banco que los últimos dos años ha ido expandiéndose de manera formidable, hemos decidido asociarnos a su firma con el fin de lograr un objetivo común, y es crecer en el mercado de valores. Nuestros agentes de negociación han estudiado sus estadísticas recientes y están lo suficientemente seguros de que esta asociación valdrá mucho la pena, planeando con mucha cautela algunas estrategias económicas para sacarle el mayor beneficio posible.
En mi oficina, mi asistente Keira pide la comida y nos trae dos envases flexibles de vacío de ternera con chimichurri. Rachel y yo tomamos uno y empezamos a comer mientras conversamos.
— ¿Cuanto más crees que tardará la reunión? — Me pregunta Rachel.
— Aún falta convencerlos de bajar el precio del contrato, quizás dos horas más.
— Hasta ahora parecen bastantes convencidos, tal vez sí consigamos que acepten nuestra oferta.
— ¿Aún tienes el contacto de aquella mujer que era directora en un canal de noticias? La conocimos en aquella cena que nos invitó Esperanza... Cual era su nombre... ¿Brittany?
— Christine, su nombre era Christine y es la directora de Informative Millennium — Me corrige — Y sí, aun tengo su numero ¿Por qué?
— Hay una chica que me gustaría recomendar para que pueda hacer practicas ¿Podrías llamarla y comentarle? Su nombre es Helena Schneider, estudiante de periodismo.
— Vale — Sonríe — Veré que puedo hacer.
Pos haber terminado la comida Rachel sale para hacer unos asuntos antes de regresar a la reunión, de modo que quedo solo en mi oficina con mi conciencia. El contrato con Silvestri va a representar un gran salto en mi ámbito financiero, abriéndome muchos caminos de posibilidades en este mundo. A pesar de que es muy beneficioso para mí, no me emociona tanto como la idea de que Christine acepte a Helena en su programa de practicas. Pasan 20 minutos mientras me mantengo pensativo. Keira llama a mi puerta y entra con una tasa de Té. Ordeno mis pensamientos nuevamente donde deben estar y recupero mi postura segura.
Keira deja la tasa de Té en mi escritorio.
— Un poco de Té para que se relaje, señor.
— Gracias.
Es curioso la manera en que me llama "Señor" puesto a que soy bastante menor que ella, que debe rondar por mas o menos los treinta, aunque se conserva bastante bien. En realidad, no es la primera en que parece resultarle raro decirme así, pero ya que soy su jefe, nadie encuentra otro termino para llamarme.
— Por cierto, la señorita Rachel llamó a una persona de nombre Christine. Esa persona quiere hablar con usted sobre el tema de un programa de practicas.
— Perfecto. Páseme la llamada, por favor.
La conversación con Christine no dura mucho. Me hace preguntas acerca de si Helena es una chica responsable y obviamente le digo que sí. Le doy los datos de su universidad y me dice que hará una llamada al decano para corroborar sus notas, y que luego de eso, me confirmaría si la aceptará. Con una sonrisa en mi cara cuelgo la llamada, Helena es una chica muy fuerte y seguramente muy aplicada en sus estudios, sacrifica mucho de sí misma por su carrera, no tengo duda de que esa practica ya es suya.
La reunión transcurre el resto del día sin imprevistos, aunque se alargó mucho más de lo esperado. Pero hemos conseguido que Silvestri rebaje el precio del contrato a cambio de unas contra ofertas que propondrán en la próxima reunión. Se hicieron las ocho de la noche y voy de regreso en el Mercedes - Benz al penthouse. Vuelvo a mirar la hora en mi Richard Miller y considero que aun no es tan tarde, tal vez Helena le apetezca salir a cenar.
Ya de regreso, veo que el apartamento está completamente a oscuras y en silencio, igual que siempre, como si no hubiera nadie aquí ¿Que ha pasado? ¿Tal vez Helena se arrepintió y regresó al motel? Todo sigue exactamente igual que ésta mañana cuando me fui, ni siquiera la cocina ha sido tocada. Empiezo a preocuparme por que Helena se haya marchado sin decir nada. Quizás debería subir a su cuarto y asegurarme... Subo las escaleras y cuando estoy delante de la puerta, respiro hondo imaginando que el cuarto esté vacío, toco suavemente la puerta y como no hay respuesta, giro la manilla y la abro lentamente.
Ella... ¿Ella está dormida?
Sigue llevando la misma ropa de esta mañana, sus maletas están abiertas y vacías. Está hecha un ovillo en mitad de la cama, se le ve frágil y agotada. Mirarla así hace que se me haga una presión en la garganta. Pobre niña... Estaba tan cansada que cayó rendida en el momento en el que tuvo unos minutos para descansar. No puedo ni imaginar lo terrible que debieron ser estas semanas para ella.
No quiero pasar porque de ahora en adelante esta es su habitación, y no me gustaría entrar sin que ella diga que puedo. De modo que, me quedo mirándola desde la puerta. Verla así tan cansada y durmiendo me deja un poco deprimido, me trae recuerdos de todas las veces en que mi madre llegaba tan cansada del trabajo que caía dormida apenas ponía un pie en la casa, y yo me quedaba mirándola mientras sufría por toda la responsabilidad que ella estaba asumiendo sola, toda esa carga tan pesada...
Me siento más tranquilo ahora que Helena aceptó quedarse... Ella no merece estar sufriendo sola, en un lugar apartado de todos. Y ahora que la veo así tan delicada y débil, mis ganas de protegerla se intensifican más que nunca.
A todo esto, debo de confesar que yo también estoy muy cansado. Llevo casi dos días sin dormir dormir y creo que también merezco una larga noche de sueño. Cierro la puerta y me obligo de ir a mi cuarto, para así poder descansar.
Que raro... Ahora que sé que Helena se está quedando aquí, el penthouse ya no me parece un lugar aburrido,
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Puedo Oírte - La Secuela De ¿Puedes Oírme? CANCELADO
RomansaLa secuela de Puedes Oírme. Han pasado tres años de la muerte de Emily. Ángel intenta seguir con su vida queriendo dejar atrás todo su pasado. Nuestro querido protagonista ha descubierto que el trabajo duro y la constante dedicación es un excelente...