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Me acerco a la puerta nerviosa, quiero acabar esto cuanto antes. Abro y mi sorpresa no puede ser más grande.

- ¡Hola, ¡preciosa!

- ¡Que sorpresa! ¿Que haces aquí?

- Me quedé muy preocupado por ti y decidí volver para saber como estabas.

- Estoy bien, enserio. Solo fue un pequeño susto.

Álvaro se acerca y me abraza con mucho cariño. Me gusta sentirme tan querida entre sus brazos. Me mira a los ojos y me besa despacio, suave. Le respondo al beso y poco a poco nos vamos dejando llevar y nos acercamos al sofá, caemos sobre él. Sus manos empiezan a desabrochar los botones del pijama y me acaricia la piel, bajan por mi cuerpo y sus dedos me agarran la cinturilla del pantalón. Le agarro el borde de la camiseta y me separo de él para quitarsela, nos miramos a los ojos y enseguida volvemos a besarnos. Poco a poco van cayendo mis pantalones y los suyos corren la misma suerte. Siento como su mano vuelve a subir por mi espalda hasta llegar al cierre del sujetador, pero un ruido nos interrumpe. Es el timbre.

- No abras.

- Mierda Álvaro, vístete, es Blas.

- ¿Blas? ¿Que hace aquí tan tamprano?

- Vio luz en casa y me llamó para saber si estaba bien. Y como teníamos pendiente una conversación, quedó en venir para hablar. Ahora vístete.

- Que oportuno.

Nos vestimos lo más deprisa que pudimos y fui a abrir la puerta.

- ¡Buenos días, princesa!

- ¿Princesa?

- Álvaro, ¿Que haces aquí?

- He venido a ver a Enma. Pero no has respondido a mi pregunta. ¿ Con que derecho la llamas princesa?

- Eso no es de tu incumbencia.

- Si que lo es.

- ¿Y eso porque?

- Por que estamos juntos y no me parece bien que la llames así.

StillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora