ALMA (30)

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Tengo dos días. Para poder prepararme y poder ir a la competición.

-¿Por qué nadie me ha avisado antes? -me pregunto a mí misma.

Me quedo enredada en mis pensamientos. Y asimilo los hechos.

-Lo hizo, Alma -me vuelvo a decir. Mi abuela me advirtió de esto. Y yo la desobedecí una vez más. ¿Por qué soy así? Las personas que quiero me avisan y yo no les hago caso.

Estoy en el vestuario cambiándome de ropa para poder ensayar.

-Estás demasiado perdida, no conseguirás ponerte al día.

Justo eso me lo dijo Rebeca. Es una de las que mejores bailarina de todas las presentes.

-Conseguiré ponerme al día.

-No lo lograrás.

-¿Por qué piensas en eso?

-Mírate. Para la competición doble necesitas bailar con un chico. ¿Dónde está el chico? ¿Dónde está la coreografía? Me niego a que formes parte de nuestro grupo para luego fastidiar la coreo.

-Soy una más, te guste o no.

Salgo del vestuario. Me pongo en posición junto a la barra. Hago unos estiramientos, pero...

-Alma, ¿puedo hablar contigo?

La profesora me avisa.

-Sí.

Llego a su despacho y presiento por donde va a ir la conversación. Nada bueno.

-Quiero participar en la competición. Es mi sueño desde pequeña.

-Lo sé, pero las demás bailarinas están muy preparadas tú recién has empezado a incorporarte...

-¿Me estás juzgando?

-¡No! Solo quiero que estés bien...

-¿Por qué todo el mundo siente pena por mi pasado? -me levanto de la silla y salgo del maldito despacho.

-Alma, espera -la voz de la profesora me detiene.

-¿Qué? -digo enfadada.

-Demuéstrame lo que sabes hacer.

-Solo con una condición -me acerco-. Si estoy a la altura me dejarás ir.

-¿ Y si no? -la pregunta contradictoria de Rebeca me hace elegir una decisión que puede acabar mal.

-Dejaré el ballet y no iré a la competición -Rebeca se acerca a mí.

-Te reto a que compitas conmigo.

Pienso en el reto que me ha ofrecido. ¿Competir con ella?

-Acepto.

Me pongo en el centro de la pista con ella a una distancia alejada. Empiezo a mover mis brazos lentamente y mis piernas dan círculos consecutivamente. Rebeca me impide dar mi paso deseado interponiéndose en él. Eso no me detiene. Continuo con mi coreografía improvisada. Los pasos de ella son muy rápidos y no me da tiempo a visualizarlos con mis ojos. Mientras que ella sigue con su coreografía yo me concentro en lo que voy a hacer. Puede salir bien o no. Cierro los ojos y me quedo pensando en ese día a la vez que sigo con mi coreografía sencilla, pero arriesgada.

-Daphne, ¿me puedes enseñar ese paso de ballet que solo lo saben hacer muy pocas personas?

-¿Estás segura?

-Sí.

-Yo comencé a practicar ballet con tu edad y este paso no es uno de los mejores que debes hacer. Es muy difícil, Alma.

-Quiero saber hacer "la pirueta".

Mi hermana se levanta del escalón en el que estamos sentadas en el parque.

-Para lograr hacer la pirueta perfecta tienes que mantener la vista en un punto fijo para no marearte. Comienza con un "plié", continúa con una o varias rotaciones suaves donde se mantiene el equilibrio con una pierna y concluye con un aterrizaje perfecto.

Mi hermana hizo ese paso y me quedé con las órbitas salidas.

Días y días enseñando con ella. No me salieron. Lo intenté hacer sola y me lastimé el tobillo. Estuve semanas sin poder andar y tuve que ir a un terapeuta para seguir adelante. Mi padre me prohibió seguir bailando y echó a mi hermana de casa. Semanas después me recuperé y él le regaló el pase para poder cantar en el concierto de San Francisco...

Yo concentro. Miro a un punto fijo: los ojos de Rebeca. Hago unos plié mirándola. Retándola. Mantengo el equilibrio con una pierna y termino el paso con el aterrizaje sobre ella.

Las demás bailarinas se quedan sin palabras y yo me alegro de que este paso que la última vez que lo intenté hacer me costó un esguince, me haya salido por fin.

La competición entre ella y yo se acaba con mi último paso.

-¿Qué tal? -pregunto rompiendo el silencio.

-Alma...

Mi sueño aparte de cantar es el ballet. Si desperdició una oportunidad como esta... he perdido una parte de mí.

-¡Estás dentro!

-¿Qué? -la voz enfadada de Rebeca lo dice casi todo.

-Estoy dentro de la competición... y creo que nos vamos a llevar muy bien -digo con sarcasmo.

-Yo opino lo mismo. Cuando encuentres a tu pareja de baile me dirás...

No aparto mi mirada de sus ojos. Necesito una pareja de baile masculina. Qué sepa ballet claro.

-No hace falta que busques pareja, Alma -la profesora interviene en la conversación.- Te presentaré a Oliver.

-¿Oliver?

-Es un gran bailarín y es mi sobrino. Te llevarás muy bien con él, ya lo verás.

Oliver. Nueva pareja de baile. Rebeca. La competición. París. Mi padre. Ronnie...

Mi vida se ha convertido de ser un desastre a ser una pesadilla.

Prometo OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora