LIAM (3)

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Me quedo mirando la mansión desde lejos. En mi propia mansión. El jardín de la entrada rodeado de rosas y lavandas hace que la casa sea más encantadora. La fuente de piedra en el centro junto a lo lejos los escalones para entrar adentro. Tengo diecisiete años me saqué el carnet de moto hace un año, pero prefiero esperar a tener dieciocho para sacarme el de conducir. 

Entro de una vez y me dirijo a la cocina. Amelia, la cocinera y ayudante que contrató mi madre hace bastante tiempo, sigue estando con nosotros y es algo que aprecio. 

Mi vida en Washington era muy diferente a la de ahora. Menos mal que decidimos mudarnos y coger ese vuelo a Los Ángeles. No me imagino mi vida sin estar aquí.  
Mi madre y yo. ¿Quién lo iba a decir?  
 
Desde que mi padre cometió esa locura mi unión con mi madre ha sido diferente. No tenemos secretos. Confiamos en nosotros y eso es algo que antes no hacíamos.  Ella y yo continuamos nuestras vidas. Al poco tiempo me enteré de que mi padre estaba en la cárcel. Nunca me lo llegué a imaginar. Una vida de ricos durante todo este tiempo y ahora entre prisión. Fue un golpe muy duro. 

-Hola, mamá. ¿Cómo estás? –desde que pasó lo ocurrido me he vuelto más cercana a mi madre. Aunque ella trabaja de abogada, apenas suelo pasar tiempo con ella.

Me acerco a la mesa donde dejé antes mi móvil, me están llegando mensajes de un número que no tengo añadido. Hasta que me doy cuenta de quién es. ¿Abril? ¿Por qué quiere hablar conmigo? 

Oye, he quedado con Alma para hablar del tema de esta mañana. ¿Puedes venir?

Me lo pienso. ¿Qué pinto yo ahí? Nada. Pero no sé qué decirle. De todas formas no tengo el número de Alma para preguntarle, pero decido responder. 

Vale. ¿Dónde quedamos?  

Decido acceder. Solo es para arreglar las cosas, ¿no?  Pasan algunos segundos. Me acerco al despacho de mi madre donde ella está ocupada con su trabajo, solo quiero hablar con ella, esto de estar solo todo el día me causa soledad y tristeza.

¿En el cine a las cinco? ¿Puedes recogerme?

Camino hasta la planta de arriba para poder llegar a su despacho a la vez que subo las escaleras y le contesto a Abril.
 
¿En la moto? 

El mensaje no tarda en llegar.

Sí.

Me incomodo. 

Vale.

Termino la conversación rápidamente.

-¿Puedo pasar mamá? -pregunto abriendo la puerta y mirándola desde ahí. 

-¡Claro! Entra hijo -sonríe.

-Bueno quiero decirte que...bueno que tengo planes -confieso al fin.

-¿Con quién has quedado? ¿Con tu novia?

-¡Mamá! Sabes perfectamente que no tengo novia -me avergüenzo. 

-¿Entonces? -ríe disimuladamente, pero se le nota demasiado.

-He quedado con unas amigas para solucionar un tema de clase -digo la verdad.

-Vale, cielo. Me alegra que me cuentes las cosas. 

Nos miramos.

Miro el armario de arriba a abajo. Está todo desorganizado. Al contrario de otras personas mi armario es enorme y tengo un vestidor más al fondo de la habitación. Obtuve por ponerme unos vaqueros azul marino y una camiseta blanca. Me estoy echando el perfume. Más tarde me pongo unos zapatos y me cepillo el pelo. No sé porqué me arreglo tanto para solucionar un problema en el que yo no tengo mucho que ver, pero solo con ver a Alma feliz me conformo. Cuando llegué nuevo al instituto no tuve mucho contacto con ella. Ni una simple palabra, pero ahora estamos más ¿cercanos? ¿unidos?

Prometo OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora