Treinta y siete

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Llorando a todo pulmón se bajó del auto e ingresó a la casa de la joven. Todos los recuerdos que tenían allí adentro lo invadieron, y lloró todavía más.

¿Por qué debía irse tan pronto? ¿Por qué de esta manera?.

Sin dudas el mundo era cruel.

El tiempo pasado dentro del velorio había sido muy feo, todos cargaban con mucho pesar y la energía que se palpitaba en el lugar no era para nada agradable.

Los familiares de Mila y sus amigos, algunos que compartía con el tatuado, estuvieron presentes allí sintiendo un gran dolor por su pérdida.

Neo e Ysy no podían creer que se hubiera ido. Un alma tan inocente, tan buena, tan dulce. Tomás sentía que jamás iba a poder olvidarse de la cara sonriente que tenía la morocha cuando escuchó por primera vez "Ella es una G", sin saber que Duki había pensado en ella para escribir sus versos. Y bueno, Lucho sentía que desfallecía también.

- Mi bebé dejó preparada en su pieza una caja para vos, que me encargó que te diera - le avisó Viviana a Mauro

Este último miro a la mujer con sus ojos rojos a causa de tanto llorar y asintió con la cabeza. Caminó lentamente hasta la habitación y se quedó unos segundos delante de la puerta, juntando fuerzas para abrirla y encontrarse con todas las pertenencias de la chica.

Cuando lo hizo, el olor a su perfume le llenó las fosas nasales.

Vió colgados los cuadros con las fotos de Mila cuando era bebé que le dieron ternura, algunas en los actos escolares que demostraban la emoción que cargaba por bailar frente a todo el colegio, y otras de más grande donde salía divina como había sido.

Visualizó su escritorio lleno de maquillaje, de libros y de accesorios, y entre estos últimos brillaba sobresaliendo el dije con forma de luna que durante una de sus reconciliaciones le había regalado.

Observó, a la vez que sobaba su nariz, la cajita de cartón blanca que estaba posicionada en el medio del acolchado rosa que cubría la cama. Cama en la cual se acostaban a ver películas desde niños, donde ella le pedía que se quedara cuando tenía miedo para dormir, donde de más grandes habían hecho el amor tantas veces.

Ahora estaba vacía. Como su corazón, vacío sin la dueña del mismo.

Se acercó despacio, se sentó en el borde del colchón y con cuidado abrió el paquete. Sollozó al ver dentro del mismo un montón de fotos impresas donde estaban ellos dos juntos, acompañadas por brillos dorados y con la fecha del día donde se la habían sacado escrita debajo. Imágenes de pequeños, junto a sus madres, en algunos cumpleaños con sus típicos festejos dobles, algunas de fiestas, con sus perros.

Y además, la caja contenía un papel enrollado con una cinta que lo mantenía cerrado de esa manera. Él supo que se trataba de una carta, a su ex novia le encantaba escribir.

Los pensamientos lo atosigaron otra vez. ¿Por qué le había tocado a su amor?. Definitivamente, el cielo tendría que estar de fiesta por haber recibido a un ángel como lo era Mila.

Sentado ahí, sintiéndose muerto por dentro, lloró todo lo que su cuerpo le permitió llorar. Lloró hasta quedarse sin lágrimas, incluso mojó algunos papeles de las fotografías.

Sin ella nada tenía sentido.

Porque se habían peleado muchas veces y hubo momentos en los que no podía tenerla a su lado para abrazarla, pero por lo menos sabía que si iba a tocarle la puerta iba a abrirle. Ahora eso ya no era más posible, ya no estaba en ningún lado más que en su memoria.

La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a la silueta de su hermana.

- Ay bebé dragón - exclamó Candela mientras se apresuraba a acercarse y rodearle el cuello con sus brazos - A mí también me hace mucha falta

- No sé como seguir viviendo después de esto - le confesó el chico

La de pelo corto se separó unos milímetros y secó con sus pulgares las mejillas de su hermano mayor. La lastimaba verlo tan desanimado, tan bajón, sin luz.

Ella también la iba a extrañar. Había sido la mejor novia que Duki había tenido, la más servicial y fiel, la que conocía todo sobre su persona y lo amaba sin intereses. Cande la adoraba como si fuese la hermana mujer que nunca tuvo, y ahora sentía su ausencia.

- Me enseñó todo sobre el amor, sobre el amar a otra persona, sobre entregarte a esa pasión, y ahora me dejó solo sin saber como dejarla ir - sostuvo el morocho

La menor acarició su brazo intentando decirle que comprendía como se estaba sintiendo.

Pero no lo sabe en absoluto, pensó Mauro.

No sabe como es perder al amor de tu vida sin decirle por última vez que lo es. No sabe como se siente no poder mirar a esa persona a los ojos para ver en ellos la magia, no poder reírte más a su lado y sentir como se infla el pecho de emoción, ni poder experimentar las típicas mariposas en el estómago al encontrarse ya que no se van a encontrar más.

Definitivamente nadie sabía como era que se muera tu único cable a tierra.

- Quizás que todo eso tenes que volcarlo en una canción - opinó la joven - El arte siempre fue tu vía de escape, y ahora creo que también te va a servir para afrontar esta angustia

Tenía razón. Mila había sido su inspiración para gran parte de sus canciones, y ahora iba a serlo para una más.

Días después, un poco recuperado de la situación de mierda que había pasado, Duki anunciaba a través de historias de Instagram la salida al aire de "Me enseñaste Remix".

Y todas sus barras dentro de la canción iban dedicadas a ella.

Dedicadas al cielo.

FIN

Complemento | DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora