Treinta y seis

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10 de septiembre, Buenos Aires ; 2021

Duki se había levantado hace un par de minutos y cargaba todavía con un poco de sueño. Ahora que no salía más con Brenda no podía mantener el orden, y el departamento así como también sus horarios estaban hechos un desastre.

Pero poco le importaba.

Agarró un sartén que todavía tenía en su interior algo de aceite y lo puso al fuego para cocinar algunas hamburguesas. Una vez listas, cortó un pedazo de pan y se armó un sándwich con el medallón de carne y un poco de queso.

Estaba por almorzar cuando el sonido de su teléfono interrumpió el primer mordisco. El nombre de su madre brillaba en la pantalla, y este no tardó mucho en atenderla.

- Hola Sandra - expresó con la boca llena

Del otro lado escuchó un llanto intenso, y la voz de su mamá que temblaba mientras le contestaba.

- Hijo, vení rápido al hospital que queda cerca de casa - pronunció la mayor a las apuradas - Mila se desmayó de golpe

Enseguida dejó de importarle la comida, se le hizo un nudo en el estómago al imaginarse lo peor con su morocha. No podía pasarle nada.

Metió el celular en el bolsillo, agarró su billetera junto con sus llaves y salió rumbo al lugar donde le había indicado su madre que estaban.

Tardó alrededor de una hora, a causa de que el Uber que había solicitado estaba con demoras, pero finalmente arribó al hospital.

Recorrió los pasillos grandes y desolados del mismo hasta que, al final de uno de estos, localizó a Sandra con Viviana sentadas en el piso y al lado de estas a Emanuel caminando de un lado al otro agarrándose la cabeza con sus manos. Se acercó apresurado a donde estaban.

- Acá estoy, ¿qué pasó? - dijo preocupado y con la respiración agitada

La madre de la adolescente, ni bien lo vió, se levantó de donde estaba y lo abrazó por el cuello muy fuerte mientras lloraba desconsolada. Él correspondió el abrazo sin dudar.

- Se nos fue - soltó quebrada

Mauro sintió que se le venía el mundo abajo.

No podía ser, seguro había escuchado mal, le estaban jugando una mala pasada. Quería negar toda esa situación pero era imposible. Era real.

Sus ojos marrones comenzaron a acumular lágrimas y su corazón parecía salirse de su pecho.

- ¿Cómo? No entiendo nada - cuestionó, todavía ajeno a lo que pasaba a su alrededor

Sintió una mano apoyarse en su hombro, y al girar la cabeza se encontro con los ojos verdes del novio de la chica que ahora lo miraban con pena y dolor. Este le hizo una seña con su cabeza para que lo siguiera.

Duki separó el cuerpo de su ex suegra del suyo y le acarició la mejilla, en un intento de consuelo, antes de irse detrás de Emanuel. Empezaron a caminar por el pasillo mientras que por la cabeza del cantante pasaban mil interrogantes que buscaban una respuesta.

- Mila tenía cancer, se enteró en enero - informó el joven - Luchó muchísimo haciendo consultas y estudios con miles de médicos diferentes, pero no obtuvo ninguna solución por parte de nadie

El cara tatuada suspiró pesadamente, le estaba costando respirar. No sabía si iba a poder aguantar oír todos los detalles de la historia pero lo necesitaba.

- Su cuerpo comenzó a fallarle y no tenía energía para hacer nada, fueron meses muy difíciles en los que todos la pasamos horrible junto con ella - siguió relatando el otro chico - Los únicos momentos en los que volvía a ser feliz era cuando escuchaba tu música y veía tus videoclips

- ¿Y por qué no me lo dijo? - cuestionó entre frustrado y dolido

Ambos dejaron de caminar, sin decir nada. Mauro se apoyó contra la pared para deslizarse por la misma y terminar tirado en el suelo llorando con fuerza y con el alma rota.

- Teníamos toda la confianza del mundo para que me contara esto, podría haberla ayudado con lo que necesitara o al menos verla por última vez y llegar a despedirme de ella - exclamó destrozado mientras se golpeaba la cabeza con la palma de su mano

Emanuel se compadeció de él al verlo en ese estado tan lamentable. Lo había odiado en gran cantidad de ocasiones pero ahora no podía no apoyarlo, sabiendo la falta que sentía a causa de la partida de Mila.

Se agachó a su lado y le rodeó el cuello con su brazo en un intento de abrazo medio incómodo, a la vez que le agarraba las manos para que dejara de auto lastimarse.

Los dos chicos habían perdido a una gran persona en su vida, a alguien que los acompañaba, a esa joven que con sus ocurrencias les alegraba los días. Ya no estaba más junto a ellos.

- ¿Sabes qué? - volvió a hablar llamando la atención del trapero - Todo su amor fue y era para vos, y siempre supe que no me iba a querer de la misma manera que yo a ella pero igual continué a su lado porque yo si la amaba

Duki se restregó los ojos, tratando de secarse el agua de sus pestañas, y levemente sonrió.

Al fin y al cabo, el novio de la morocha había resultado ser un buen pibe. Él era el estupido que la lastimó en millones de circunstancias y ella aún seguía amándolo incondicionalmente sin importarle el daño causado. No la hubiera merecido.

El famoso palmeó la espalda del otro joven e iba a decirle algo acerca de la chica, pero la presencia de su madre lo interrumpió.

- Chicos, lamentablemente les tengo que avisar que ya llevaron el cuerpo de la chiquita a los sepelios para hacer el velorio - les comentó y después se limpió la nariz con un pañuelo

Los dos se apresuraron a levantarse, caminaron junto a la mujer hasta la vereda y se subieron al auto en dirección a la casa velatoria.

Que momento horrible les esperaba.

Complemento | DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora