España ; 2018
Los dos chicos llegaron al hotel cansados de tantas horas de vuelo. Por fin pisaban el suelo español en donde iban a hacer su primera gira.
Decir que estaban entusiasmados era poco, porque sentían muchísimas cosas más. No podían creer que existiera gente que los conociera y escuchara sus canciones desde otro continente, y los esperara con tanta emoción.
- ¿Te diste cuenta de todo lo que logramos? - le preguntó Ysy a su compañero de habitación
- Si - contestó Mauro - Es increíble
El rubio se tiró a la cama y suspiró.
Alejo iba a ponerse a desempacar cuando vió que su amigo estaba medio raro, no tenía su alegría bien arriba como era propio de él.
- ¿Y ahora que te pasa Duketo? - expresó
Este sin mirarlo le respondió en tono algo triste.
- Extraño a Mila - dijo melancólico - Ella me acompañó durante toda mi carrera y cada logro que cumplía estaba ahí al lado mío, y ahora no puede vivir esto conmigo
Alejo sonrió. No podia creer que Duki sea tan cabeza dura de aceptar que estaba enamorado de ella y jugársela, aunque un poco entendía que se frenara ya que la morocha era menor.
Su amigo estaba haciendo mal al usar a Iara como el clavo que saca a otro clavo, pero no podía culparlo.
Ysy prendió un cigarro de marihuana y sacó de la heladera que se encontraba en el cuarto una botella de vino blanco.
- Vamos a ahogar esas penas de amor - le habló al otro en un intento de animarlo - Y capaz con un poco de alcohol en la sangre te animas a declarar lo que sentís
Mauro río por las palabras de su amigo. Tenía razón.
Era un cobarde por no decirle a la chica los sentimientos que tenía, y guardárselos para él. Era un tonto por estar con Iara, pero pensar en la morocha cada vez que tenían sexo. Era un estupido al mostrarse entero frente al mundo, cuando sabía que sin ella a su lado se sentía incompleto.
Pensándola mientras le daba una seca al cigarro, un mensaje de la misma llegó a su celular.
- Gordo - le avisó Duki a Alejo - Me voy al pasillo que Mila me mandó un mensaje y quiere llamarme
Su compañero asintió y el de cara tatuada salió de la habitación.
El sonido de una llamada entrante inundó el pasillo y el chico se apresuró en atenderla. Colocó el celular en su oído, escuchando su dulce voz que lo saludaba del otro lado.
- Estoy pensando seriamente en comprar un pasaje y mandártelo para que vengas - dijo él
La adolescente río y suspiró.
- No puedo faltar tanto tiempo al colegio Mau - le explicó - Yo también te extraño mucho y pienso en vos todos los días
- No de la manera en que yo te pienso - afirmó el morocho
Mila se sonrojó y agradeció estar a miles de kilómetros para que él no pudiera verla. El ser mejores amigos ya la estaba cansando, quería ser ella la que besara sus labios y durmiera con el en las noches.
- ¿Y cómo me pensas vos? - le preguntó algo nerviosa por saber la respuesta
Mauro caminó nervioso de un lado al otro del pasillo del hotel. Quería contarle todo lo que pasaba por su mente, pero temía que lo rechazara. No quería escuchar de su boca que esa noche no había significado nada, y que solo lo había pedido porque confiaba en él.
Tenía miedo de que para ella sea solo una valiosa amistad.
- Deja, no importa - desistió
La joven del otro lado volvió a insistir. No quería quedarse con la duda, idealizando una respuesta.
- Decime tonto - habló nuevamente ella
- Que ya no te veo como mi amiga Mila - le confesó finalmente él - Desde que estuvimos juntos no paro de pensar en ese momento y en los besos que nos dimos, y todos los días quiero repetirlo pero me aguanto las ganas porque no se si vos sentís lo mismo
Después de esa confesión, el silencio se hizo presente durante unos segundos que al cantante le parecieron eternos.
- No puedo creer que seas tan pero tan pelotudo - le respondió Mila
Duki frunció el ceño. Se esperaba muchas reacciones por su parte, pero para nada creía que iba a recibir esa contestación después de escuchar su discurso romántico.
- ¿Por qué? - expresó en un tono de voz casi inaudible
En Argentina, la adolescente quería reírse.
- ¿En serio nunca te diste cuenta que estoy enamorada de vos desde que tengo doce años? - le dijo
El rubio soltó un enorme suspiro. Creía que la morocha estaba enojada y que su amistad terminaría en ese momento, pero era todo lo contrario.
Estaba feliz. Nunca se hubiera imaginado que esa mujercita a la cuál veía como su mejor amiga tuviera esos sentimientos hacía él, y que no lo percibió jamás.
Se creía el hombre más feliz del mundo. Ahora eran mayores las ganas de terminar la gira por las ciudades españolas y regresar a su país. Quería verla y, al fin, poder besarla.
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Complemento | Duki
FanfictionFuiste la primera a la que amé ma', la primera que hizo que doliera