Almagro, Buenos Aires ; 2002
Día muy frío en la ciudad capital de la Argentina. Ese 24 de junio era el día preferido de Mauro, su cumpleaños. Esperado para recibir todo el amor de su familia y de sus amigos, y obvio los regalos que traían con ellos.
Aunque ese cumpleaños iba a ser diferente para el niño de pelo negro. Lo iba a pasar junto a su madre y la compañera de trabajo de ella dentro de un hospital.
- Dale hijo, haceme el favor de cambiarte que no tenemos tiempo - gritó su madre desde el baño
El hombrecito bufó pero le hizo caso a su mamá. Se puso su campera de abrigo, sus zapatillas, un gorro para su cabeza, y caminó hasta el living donde estaba Sandra.
Ambos salieron a la calle y tomaron un colectivo que los llevó hasta la puerta de la clínica.
- Es mi cumpleaños ma, ¿por qué tenemos que venir acá? - preguntó Mauro en tono de súplica
La mayor lo miró con cara de pena y se agachó a su altura, para dejar un beso en su frente. En su interior pensó: qué rápido crecía su hijo.
- Vos sos inteligente y vas a saber entender - le empezó a explicar ella - Viviana no tiene familiares acá en Buenos Aires y hoy va a nacer su hija, por lo que nosotros las estamos acompañando así no se sienten solas
Las dos mujeres se conocían desde que habían ingresado a la oficina en la cual trabajaban. Las dos compartían el lugar de trabajo y charlaban de todo a cada rato, por lo que habían formado una gran amistad.
Pasaban muchísimos momentos juntas. Tomaban los descansos juntas. Iban al gimnasio a hacer bicicleta juntas. Criticaban a su jefe juntas. Salian a comer después del día laboral juntas. Todo hacían de a dos. En síntesis, Sandra y Viviana eran como hermanas.
Hermana que Vivi no tenía cerca. Esta era de Tierra del Fuego y, cuando se entero que estaba embarazada, su novio se borró del mapa y su familia le dió la espalda por ser madre soltera. Por esta razón tuvo que viajar a Capital y conseguir un trabajo. La mujer nunca volvió y dejó a su familia atrás.
Volviendo a la actualidad, el día de hoy nacía esa beba. Justo el mismo día que Mauro había nacido.
Sandra sentía que tenía que estar en ese momento tan importante para su amiga, y decidió llevar a su hijo para a su vez pasar el día junto a él. El pequeño que ese día cumplía seis años estaba desilusionado de tener que estar allí. Quería jugar con sus amigos y disfrutar de todo lo lindo, no estar encerrado en un pasillo de color blanco.
- ¿Ustedes están acá por ser familiares de la señora Agunda? - fue lo que preguntó un doctor acercándose a esa madre y a su hijo
- Si, ¿cómo está ella? - respondió inmediatamente la mayor
El médico les dedicó una sonrisa y les relató que ya había dado a luz. Les índico el número de la habitación y cómo llegar hasta ella, y después se retiró.
Ambos subieron unas escaleras y se toparon con una puerta blanca que tenía dos carteles, uno con los tres números de la pieza y el otro con el nombre de la pequeña recién nacida: Mila.
- Mira mamá, nuestros nombres empiezan con la misma letra - sostuvo Mauro
Sandra se río y le acarició el pelo. Golpeó levemente la madera y del otro lado se escucho que una mujer los invitaba a pasar.
Al abrir la puerta y entrar, el nene vió a una mujer acostada sobre la camilla con un bebé en su pecho. La misma lo miraba y sonreía, como si entre sus brazos tuviera al mayor de los tesoros.
- Es hermosa - pronunció su madre acercándose a la otra mujer - Felicidades amiga
- Gracias por venir, lo valoro muchísimo y más sabiendo que hoy es tu cumpleaños y estás acá - le respondió la otra pero dirigiéndose en la última parte a Mauro
Él se intimidó un poco. Se acercó a su mamá y se abrazó a sus piernas. La misma lo presentó ante Viviana y toda la tensión en el niño desapareció.
Sandra le pidió permiso a su compañera y, una vez que esta acepto, ella cargó en brazos a la beba. Se agachó y la puso a la altura del morocho.
- Mira, ella es Mila - se la presentó
Mauro la miró y en su mente pensaba en por qué esa cosa chiquita y con la piel violeta era más importante que su fiesta de cumpleaños.
No era hermosa, como su mamá le había dicho a la otra mamá. A él le parecía igual a un extraterrestre con pelo corto negro y manos arrugadas.
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Complemento | Duki
FanfictionFuiste la primera a la que amé ma', la primera que hizo que doliera