Capitulo 8

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Mia

Aaron

Necesito aire fresco, si sigo aquí dentro con esta diosa al lado creo que terminaré cayendo.

Mi tía se me acerca arrastrándome por el brazo, esta mujer es igual a mi madre, nunca se dan por vencidas.

— Te juro que si veo un nuevo tatuaje en tu cuerpo te lo arrancaré con un cuchillo sin filo.

Y aquí vamos.....

— Porque no mejor se mete en la vida de su hijo y no en la mía, o acaso no sabe que su hijo también tiene tatuajes?

Y así es como se calla a una tía atrevida.

— Está vez ganaste, pero la próxima no.

Se va dejándome solo, observo a Hera en una de las esquinas moviendo las caderas junto con su amiga rubia, como era que se llamaba.....

Nina, Lola, Tina, ahhhhhhhhhhhh

Bianca........

He visto como mira a Ian, y la verdad es que no me molestaría si terminaran juntos.

Salgo a la terraza y luego entiendo un puro, la nicotina inunda el lugar, entonces aparece Hera a mi lado.

Esta mujer le encanta hacerme perder el control.

— Me estás Rectando Hera.

— Siempre cuando dices eso no estás pensando en cosas bonitas.

Que sabia.

— Entonces porque aún no te has ido?

Con lo que ella responde........

— Porque la lujuria me está matando. — se acerca a mi. — Porque muero por volver a estar en tus brazos, sabes que si tenias razón. — continúa. — Yo quiero odiarte pero mi cuerpo, mi cuerpo me delata, estoy desesperada, estoy asustada y quiero más.

— Debiste haberlo dicho antes.

La tomo del cuello atrayéndola a mis brazos y finalmente uniendo nuestros labios, el sabor del alcohol mezclado con la nicotina se hace presente.

Me acerco a su oído y le susurro.

— Te aseguró que después de esto tu cuerpo dejará de ser tuyo convirtiéndose en mío.

Siento como su piel bajo mis brazos se pone de gallina.

Paseo mi lengua por el ovulo de su oreja, lo lamo haciendo que su garganta deje escapar un glorioso gemido.

— Salgamos de aquí, quieres?

Con lo que ella solo asiente, tomo su mano y me paseo con ella junto a la multitud.

Ni siquiera llega a abrir bien la puerta cuando ya la tengo acorralada contra una pared, su respiración comienza a agitarse y esta vez es ella quien se lanza sobre mis labios.

Jodida Hera.

La presión entre mis pantalones se vuelve incontrolable cuando comienza a frotar sus nalgas contra mi sexo.

La sujetó por la nuca atrayéndola a mi, poso mis labios sobre su cuello y comienzo a morder, a chupar, a devorar cada parte de su cuerpo.

— Déjame saborearte. — Le suplicó cuando ya no aguanto más.

La ayudó a sacarse el vestido y me concentro en su perfecto cuerpo, sus senos pequeños pero hermosos, sus anchas caderas y sus bellas curvas, las lineas un poco más blanca que su piel subiendo por sus nalgas.

Jugando con las mentiras (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora