Gris contaminación

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Yibo miraba desinteresadamente a el paquete que se encontraba frente a su puerta, con una mueca levanto aquella caja; estaba dispuesto a entrar nuevamente a su hogar hasta que escucho un llamado al inicio del pasillo, posó su mirada en aquel chico de cabellos naranjos que se aproximaba a paso rápido.

Segundos después este ya se encontraba frente a él, su mayor comenzó a recuperarse pues estaba tan emocionado de ver a su tierno menor que prácticamente corrió las cinco cuadras que le tomaron de su apartamento hasta el del castaño.

Después de unos segundos se paró correctamente y le dedicó una de sus brillantes sonrisas al chico de cabello castaño que lo miraba expectante.

-Y... ¿No me vas a invitar a pasar? -preguntó aún con su sonrisa mientras señalaba con su mirada al interior del hogar de Yibo.

Este simplemente se adentro a su apartamento haciendo un ademán con su mano indicándole que pasase. Darren con curiosidad del silencio de su tierno menor se adentró a aquella casa que para su sorpresa estaba bien ordenada y amueblada, hasta aquí se veía que los muebles no eran para nada baratos.

-Wow, Yibo, tienes dinero. -mencionó el mayor admirando aquella pantalla de mínimo cincuenta pulgadas.

-Eso es un regalo de cumpleaños. -mencionó con una mueca mirando aquella pantalla que desde el momento en el que se le fue dada nunca a sido utilizada, prefería ver sus series en casa de Cheng con su televisión de veinte pulgadas, pues según él, era más cómodo ( Aunque a veces  Cheng lo tomaba por loco).

-Ojalá mis padres me dieran una para el mío. -puchereo mirando al castaño.

-Pero tus papás también tienen dinero...- murmuró mientras caminaba a la cocina a ofrecerle un vaso de agua a su invitado.

-Sí, pero no les gusta gastarlo en cosas estúpidas, prefieren guardarlo para su retiro. -se encogió de hombros aceptando el vaso que le ofrecía el de mayor estatura.

Estuvieron un buen rato en silencio cómodo, Yibo se sentía un poco mejor a comparación de como se sentía antes de que Darren llegase, sin duda el aura de ese Gege era tan tranquilizante.

-¿Como te fue con Zhan-gege? -rompió el cómodo silencio. Mejor no lo hubieras echo, Esperanzita.

Al no oír una respuesta giró su cabeza para poder mirar al castaño, encontrándose con la desagradable sorpresa de un Yibo con ojos llorosos y mordiéndose el labio inferior intentando no soltar lágrimas, aunque no era tan efectivo, pues podía ver que algunas cuantas recorrían lentamente las mejillas carmesí de su menor.

-Tranquilo, bebé. -lo tomó de la nuca y abrazo recargando la cabeza del menor en su hombro. -Olvídalo, ya paso, inhala y exhala. -susurraba debido a la cercanía de ambos, sintió los brazos de Yibo rodeando su cintura en un abrazo.

-Buenas nalgas, joto, vengo por el... -se interrumpió por la prometedora situación en la que se encontraban ambos mayores.

-¡Cheng! -saludo Darren, se separó del azabache al ver que este ya se encontraba bien y se lanzó a los brazos de Cheng.

-Darren-ge~ -rió al sentir los besos del mayor en su cabeza.

-¿Por qué estas aquí, Zhou? -preguntó Yibo acercándose a saludar al menor en un apretón, pero este se le lanzó encima una vez se logró separar de Darren.

-Venía a decirte que fuéramos por una crepas, ¿vienes, Gege? -el mayor de los tres asintió sin perder la sonrisa que ha tenido todo el tiempo.

-Yo nunca acepté... -susurró Yibo, pero de igual manera ya estaba siendo arrastrado por su menor hasta fuera del edificio.

Al ya estar afuera Darren respiro profundamente y suspiro mirando al cielo gris que caracterizaba a la ciudad.

-¿Saben? El gris del cielo me recuerda a mi plumón contaminación con olor a mofle de carro viejo.

-Gege... No hablaras hasta nuevo aviso. -Darren lo miro indignado hasta que se dio cuenta que el castaño se encontraba escondido en los brazos del menor.

-Oh... 

 

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¡Devuélveme mis plumones, Yibo! / 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora