Desastre

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El nerviosismo consumía a Yibo, rascaba su nuca de vez en cuando, sus pies no dejaban de hacer ese movimiento rítmico acelerado y su corazón no dejaba de latir, y no de una buenas forma, juraba que en cualquier momento su corazón explotaría

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El nerviosismo consumía a Yibo, rascaba su nuca de vez en cuando, sus pies no dejaban de hacer ese movimiento rítmico acelerado y su corazón no dejaba de latir, y no de una buenas forma, juraba que en cualquier momento su corazón explotaría.

Cheng lo miraba con aburrimiento, hace más de dos horas que se encontraban en la estación de tren esperando a que los padres del mayor llegaran, cabe mencionar que era algo que no le importaba en lo absoluto a Cheng, pero de igual manera se encontraba allí porque la señora Wang le da recuerdos de sus viajes.

-Vamos, viejo, ¿qué te sucede? -trató de animar el azabache dándole un leve masaje en sus hombros. -¿No deberías estar contento de que ese viejo te quiere ver? Rara vez viene, y cuando lo hace te consiente a más no poder.

-Bro,¿Acaso olvidaste lo que paso la navidad pasada? -Cheng mantenía un gesto de confusión en su rostro, el cuál desapareció al acordarse de dicho día.

-Oh, sí. Tu viejo pensó que éramos novios y me echo literalmente a patadas de su casa. -relató Cheng con un gesto de dolor. -Aún me duelen las pompis. -Mencionó a la vez que se sobaba dicha parte de su cuerpo.

-Sí eso hizo contigo, no quiero saber que le hará a Zhan. -escondió su rostro tras sus manos, se sentía tan tenso.

-Hey, te aseguró que no le hará nada, tal vez recapacitó después de la maltratada que le pegó tu abuela en la navidad antepasada. Te aseguró que todo estará bien. -Cheng le dio una sincera sonrisa a la vez que acomodaba el cabello de su mayor quitándoselo de la frente.

Yibo soltó un pesado suspiró y sonrió de lado hacia su menor. -Gracias Bro. Eres un gran amigo.

-¿Cuál "gracias"? Me debes una leche de banana por consolarte. -habló de brazos cruzados y ceño fruncido.

-Y ahí está mi Cheng. -soltó una leve risa contagiando al contrario.

Estuvieron esperando unos minutos más, Yibo un poco más tranquilo y Cheng con la leche de banana que le compró su Gege.

Estuvieron esperando unos minutos más, Yibo un poco más tranquilo y Cheng con la leche de banana que le compró su Gege

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Zhan se encontraba sentado en medio de su cama mirando desinteresadamente a su ventana. La preocupación lo consumía por completo, pensamientos negativos lo inundaban por completo. 

Darren, quien iba entrando a la habitación, lo miro curioso.

-¿Zhan?

El mencionado lo miró de inmediato limpiando las pequeñas gotas de agua que se escurrían por sus mejillas, de las cuales apenas se había percatado.

-¿Que haces aquí, Darren? -trató de sonar neutral pero su voz estaba tan rota, que el gesto de preocupación de Darren se intensificó.

-Vine a verte, no contestas mis llamadas y no te he visto en una semana, ¿Por qué no has ido a casa de Yibo? Le preguntó a él y no me dice nada. -entonces las lágrimas de Zhan se intensificaron; Darren entró en pánico, sin saber que es lo que había dicho para que su mejor amigo reaccionara así. 

Se acercó dudosa y delicadamente hacía el chico que se encontraba escondido en una pequeña bola de sabanas, se sentó cerca de él y acarició sus espalda en un intento de consolarlo.

-Si quieres hablamos de eso después, por ahora dime que es lo que te sucede. -miró cómo el pálido se asomó sobre la sábana y lo abrazaba cómo su de un pequeño koala se tratará.

-Él...- carraspeo un poco su garganta. -B-bobo n-n quiere ve-verme. -y nuevamente se volvió lágrimas.

Darren no comprendía bien, pero cuando viera a Yibo, es mejor que le tenga una muy buena explicación. 

 

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¡Devuélveme mis plumones, Yibo! / 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora