Canela Yibo

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Zhan soltó un gran suspiro al entrar a su hogar, en el cual fue rápidamente recibido por su hermosa madre, quien con una sonrisa y un fuerte abrazo lo invito a que sentará para comer

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Zhan soltó un gran suspiro al entrar a su hogar, en el cual fue rápidamente recibido por su hermosa madre, quien con una sonrisa y un fuerte abrazo lo invito a que sentará para comer.

El azabache sólo aceptó la invitación de su progenitora y la miró aún con su rostro neutro. En ese momento la calidez, la paz y la tranquilidad abundaban aquella casa, dando signos de que el señor Xiao aún no llegaba de su "trabajo", bueno si "trabajar" es pasársela toda la mañana y parte de la tarde en el cantina lamentándose tus desgracias.

-¿Cómo te fue en la escuela, bebé? -preguntó de forma cálida mientras le servía Gimbap a su pequeño retoño.

Zhan simplemente se encogió de hombros, no quería contarle a su madre las pendejadas que hacía, tampoco de que ese día se peleó como once veces con su enemigo de nacimiento, y mucho menos de que Yibo lo dejó con la pregunta al aire.

Con un suspiro Carman simplemente dejó que su hijo comiera en silencio, entonces la puerta fue bruscamente abierta. La mayor notó lo tenso que se puso había puesto Zhan, así que le dedicó una sonrisa y fue a recibir a su esposo.

-De verdad te pasas. -hablo fuertemente la mujer con sus brazos cruzados. -Todo el maldito día haciendo tus pendejadas, yéndose con quien se te pase por enfrente ¿acaso no tienes vergüenza?

Yizhou pasó su dedo índice sobre sus labios pidiendo que se callara, a lo que Carman frunció más su ceño, miró a Zhan y le indicó con la cabeza que se fuera a su cuarto; el azabache obedeció aquella orden subiendo rápidamente las escaleras para llegar a su tan amada cueva.

-No es mi culpa que mi único hijo se haya muerto junto con mis ganas de vivir. -habló entre hipidos mientras tomaba otro trago de alcohol directamente de su botella en mano.

-¡¿De que mierda hablas, Yizhou?! -gritó la mujer ya roja del enojo hacía el tipo frente a ella. -¡¿Acaso debo recordarte que Yiyi no es tu único hijo?! -la azabacha estaba a nada de golpear a quien tenía por esposo. -¡¿Qué hay de Zhan, eh?! 

-¡Ese marica no es mi hijo! 

Entonces nuestro pálido protagonista decidió encender sus auriculares. No era momento de lamentarse por no ser como su pequeño hermano y no ser el orgullo de su progenitor, ya le había quedado claro que nunca lo sería, así que ya había decidido lo que en meses estuvo dando vueltas en su cabeza.

Pero antes que nada, debía hacer que Yibo lo perdonara por lo que pasó con Lu, y aunque ella le parecía atractiva; sinceramente no era la persona adecuada, no era su persona adecuada.

Se mordió su labio inferior penando en como lograría hacer que su ahora conquista le perdonará. Entonces recordó lo que a todos les gustaba, los regalos, ¿Y qué mejor cosa que regalar uno de sus poderosísimos plumones? ¡Era un regalo estupendo! Él se habría casado si le regalarán un plumón, aunque no lo hizo antes con Yibo debido a su situación. 

Abrió un cajón de un mueble en donde guardaba sus plumones, de allí saco un estuche de diez plumones café canela y con una sonrisa comenzó a decorar el estuche.

Prepárate, Yibo. Allí te va tu chiquistriquis.

 Allí te va tu chiquistriquis

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¡Devuélveme mis plumones, Yibo! / 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora