Agradecida

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El resto de la semana de vacaciones pasó de esa manera, las mañanas hasta la hora de la merienda la pasaban con los Malfoy, después iban a la Madriguera, todas las noches, Catalina se escapaba hacia la casa de Charlie, dejando a los niños bajo la vigilancia de la elfina Bruna, al cumplirse el tiempo la rubia y los niños tomaron un traslador y volvieron a Italia con la intensión de preparar sus cosas y volver a vivir con Charlie, al fin. Como el pedido había sido del ministerio de magia Inglés al Italiano, en el hospital le dieron a Catalina solo quince días de pre- aviso para dejar su puesto, el equipo que habían formado estaba listo para que le soltaran las riendas y Pierre se sentía más que dispuesto a tomar el lugar de ella, no por gusto ya que extrañaría a la rubia medimaga.-

-Cuando te vi llegar con ese cenicero de cristal cortado en el dedo, supe que el maldito de tu esposo te sacaría de mi lado.- Catalina rió al ver venir a Pierre con su uniforme azul de medimago, caminando con pereza.-

-Antes de irme te pedí que te casaras conmigo- recordó la chica acomodando una caja con sus cosas sobre la mesa.-

-Es cierto- acordó él sentándose y estirando una mano- pero no sabía que el maldito sería tan rápido. A ver, muéstrame- Catalina extendió la mano izquierda y él observó los anillos de ella- Hay una fortuna aquí- mencionó el rubio después de soltar la mano de la chica, si él lo decía entonces era cierto, Pierre tenía fama de regalar joyas a sus conquistas, jamás un anillo, pero si joyas- si esa es la manera del muy cabrón de decir que entiende lo que vales, creo que va por buen camino.-

-Es bueno tener tu aprobación – replicó ella riendo.-

-¿Te sientes bien con la decisión que tomaste?

-Si, Pierre- admitió ella tomando asiento frente a él- no voy a negarte que a veces me siento un poco asustada por lo que ya vivimos, pero quiero estar con él, quiero que mis hijos tengan a su padre en su vida, quiero todo el combo completo.-

-Está muy bien entonces- repuso Pierre cruzando los brazos sobre el pecho- tus hijos se lo merecen- él se estiró sobre la mesa y tomó la mano de ella, sorprendiéndola- y tu también.-

-Gracias Pierre- dijo ella sintiendo sus emociones a flor de piel, iba a extrañar a ese hombre- no se que hubiera hecho sin ti, cuando llegué aquí estaba...

-Cuando llegaste aquí estabas perdida en un plano emocional- cortó él mirando a la medimaga a los ojos- pero profesionalmente fuiste un viento fresco, siempre atenta, siempre tan profesional,  fuiste un gran apoyo Catalina y además de todo dejaste un gran equipo prácticamente funcionando.

-No hice esto sola- repuso ella sonriendo.-

-No- admitió Pierre- pero si hiciste mucho del trabajo y ahora te toca empezar de nuevo en Londres.-

-Voy a pedirle a la madrina de los niños que sea la jefa del laboratorio.-

-Mientras no lo hagas por favoritismos.-

-Ella trabajo en el laboratorio cuando estuve por allá, fue muy eficiente y eso que su hijo estaba entre los pacientes.-

-Me lo habías dicho- admitió él asintiendo.- en ese caso creo que tendrás un fuerte apoyo ahí. Sabemos lo importante que fue Víctor cuando todo empezó, aunque jamás se lo diré de frente.-

-Imaginé que no lo harías- rió la chica volviendo a ponerse de pie, Pierre también lo hizo y ambos se fundieron en un abrazo, ese era el último día de trabajo en el hospital italiano, en tres días tomaría un traslador a Londres para empezar una nueva vida, cerrando una muy importante etapa de su vida, una etapa en la que estuvo rota y tuvo que tomar los pedazos y volver a armarse, donde personas extrañas le habían ofrecido asilo, cariño y por sobre todo un hogar.-

El polvo de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora