Recordar

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Catalina se frotaba las manos nerviosa unos días después a la espera de que Charlie llegara, era jueves y ese día los mellizos tendrían su primera fiesta de la familia en la que su papá participaría con ellos, al día siguiente empezarían a mudarse a su nuevo hogar, los niños se encontraban ansiosos ante esto, le habían contado a la maestra, las auxiliares y a todos los que les quisieran escuchar que a la fiesta vendría su papá. Estaba segura que las maestras creían que al fin la medimaga había conseguido un novio al cual poner en el lugar del padre de los niños, cuando vieran llegar a la versión adulta de Daniel, más de una se caería de espaldas. Las llamas verdes se activaron y Catalina sonrió al ver a su esposo salir de ellas.-

-Amor- chilló ella lanzándose a sus brazos, el la recibió gustoso apretando los brazos alrededor del cuerpo de ella- Tardaste mucho en llegar- reclamó la rubia haciendo un puchero gracioso.-

-No es cierto- dijo él riendo- llegué a la hora acordada.-

-Pero te espero desde hace años- retrucó ella acomodándose mejor entre los brazos de su esposo.- Los niños ya fueron a la escuela, la fiesta empieza en media hora ¿No trajiste a Damira?

-Ya habíamos hablado de eso, amor- recordó Charlie mientras apoyaba la nariz en los cabellos de ella- será más complicado todo con una bebé, ya tendrás la oportunidad de pasar tiempo con ella cuando vivamos todos juntos.-

-Pero es la fiesta de la familia y ella también es mi hija.-

-Pero llorará si la tenemos unas horas y después vamos a dejarla con mi madre- razonó él, Catalina sabía que era cierto pero no lo hacía más fácil- ahora quedó dormida y será más normal para ella cuado despierte al directamente no vernos- él la miró y el amor por ella solo aumento al verla tan apegada a la niña de la mujer que le había hecho tanto daño, siempre le sorprendía eso de ella, la capacidad nata de amar sin rencores.

-Bien- aceptó la chica sonriendo mientras separaba un poco el cuerpo de el de él- pero dormiremos juntas hasta que se vaya a Hogwarts.-

-Dormirás conmigo hasta lo cien años- sentenció Charlie sonriendo antes de depositar un eso en la punta de la nariz de su mujer, devolvió la sonrisa sin dudar- ¿Hay algo más que podamos hacer aquí?- ella paseó la mirada por su departamento casi vacío y suspiró antes de negar con la cabeza.-

-Solo queda reducir las camas y estaremos listos para partir.-

-¿Extrañarás este lugar?- preguntó Charlie mirándola con atención, ella asintió apenada.-

-Hay muchos recuerdos- admitió alejándose un poco de él- cuando compré este departamento estaba embarazada, mi fuente se rompió en la habitación y caí de rodillas sobre la alfombra cuando sentí la primera contracción- ella cerró los ojos un instante, invadida por los recuerdos- me di una ducha y fui por flu hasta el hospital, Pierre estaba de guardia y le avisaron- la chica rió – no paraba de decirme: Respira Catalina y se valiente, por que a la sala de partos entras sola.- Charlie no pudo evitar reír también ante esta anécdota.-

-¿No pensaste en llamarme?

-No- respondió ella alejándose un poco más- siempre pensé que si te decía que estaba embarazada o que los niños iban a nacer, me dirías que no eran tuyos y eso no lo hubiera podido soportar.

-Todo fue mi culpa- admitió Charlie mirándola con el brillo de las lágrimas en sus ojos azules- que estuvieras sola en ese momento...

-No estuve sola- admitió la rubia sonriendo, él la miró expectante- cuando empecé a coronar, Sophie y Bill llegaron, se pusieron tras de mí y cada uno tomo una de mis manos.-

-Despotricaste contra mi?

-Si- respondió ella riendo- te desee herpes y calvicie prematura, pero ni te preocupes, era el dolor hablando- Charlie rió y volvió a abrazarla, esa mujer había sufrido su abandono, había pasado sola por uno de los momentos más importantes para el ser humano y aun así estaba dándole una oportunidad de enmendar sus errores y no conforme con eso, le estaba dando a la hija de Reena Walters la oportunidad de tener una mamá amorosa, definitivamente él nunca antes la había valorado, nunca había notado el hermoso regalo que Merlín le había dado al acercarla al Santuario y al permitirle enamorarse de él. Charlie levantó la barbilla de su esposa y bajó la cabeza para besarla, ella enredó los brazos alrededor de su cuello, en ese momento Charles Weasley supo que haría lo que fuera para curar las inseguridades de su esposa y que le demostraría con hechos lo mucho que la amaba.-

El polvo de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora