Nuestro papi

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El sol entró por la ventana acariciando el rostro de la rubia que dormía de lado, con un suspiro se giró en la cama y en el movimiento, su suave cabello lacio se desparramó sobre su cara. Con parsimonia abrió los ojos y suspiró, había llegado la hora de abandonar a su amante Morfeo. La chica se estiró en la cama bostezando. El día anterior le había confesado a Charlie que tenía siete días libres en vez de dos, él la observó pero no dijo nada, así que ella no volvió a tocar el tema, por la tarde volvería a Italia por flu con sus hijos y verían como hacer para que él siguiera viendo a los niños. Con lentitud salió de la cama y caminó hasta el baño, después de mirarse al espejo, se lavó los dientes y empezó a sentirse casi humana, se vistió con unos jeans negros y una camiseta de manga corta roja intensa, arreglo su cabello y lo dejó suelto antes de salir de la habitación.

-Buenos días- saludó Catalina a la pareja que se encontraba desayunando.-

-Buenos días, Catalina – Saludó Narcisa señalándole un lugar en la mesa- los niños ya despertaron y se están preparando para bajar.

-Me lo imaginé, realmente son de despertar temprano.-

-Tienen mucha energía ¿Cómo te las arreglas en Italia?

-Van a la guardería- respondió la chica tomando su taza de café- antes de tener a Bruna le pagaba a una señora que vive en el departamento de junto, pero ellos se quedaban hasta las cinco de la tarde, ahora que ella puede cuidarlos, van hasta el mediodía y pasan la tarde con Bruna hasta que vuelvo.-

-Es admirable como has hecho todo sola, Catalina- comentó Lucius mirándola con orgullo- sobre todo siendo dos niños.

-Mis hijos lo valen- respondió ella sonriendo- de alguna manera ellos me han mantenido cuerda los últimos tiempos.- mientras terminaba de decir esto, una lechuza entró y sobrevoló sobre la joven rubia, dejando caer una nota.-

-Es de Charlie- informó mientras abría la nota

Cat: ¿aceptarías venir con los niños a la Madriguera a almorzar? La lechuza espera por una respuesta.-

-Nos invitan a la Madriguera- comentó la chica bajando la vista, nada le daba menos ilusión.-

-Deberías ir- comentó Lucius tomando la mano de Catalina por encima de la mesa, ella levantó la mirada, Narcisa y Lucius asintieron al unísono.- Ellos ayer parecían genuinamente interesados en los niños y creemos que es justo que los conozcan y pasen tiempo juntos. Si algo no te gusta te vuelves a casa con nosotros- ella sonrió agradecida, ellos tenían razón y era agradable tener un lugar al cual volver, un elfo le acercó pluma y papel, garabateó una nota y subió a preparar un bolso con una muda de ropa y zapatos de repuestos para sus hijos, sus vasitos entrenadores y suspiró.-

-Niños- dijo arrodillándose en la alfombra- ¿Recuerdan a Charlie?- ambos niños asintieron con la cabeza- Bueno, él nos invitó a pasar el día en su casa ¿Quieren ir?- los niños volvieron a asentir, ella volvió a suspirar y se puso de pie para tomar las manos de los niños y bajar con ellos las escaleras, Charlie no le había dicho como llegar, pero esa duda se evacuó cuando al bajar, lo vio a los pies de la escalera, charlando con Lucius.-

-Abuelo- gritó Lucía emocionada, soltando la mano de su madre para saltar a los brazos del rubio mayor, él la atrapó en el aire abrazándola con cariño- Vamos a casa de Chali ¿Tu venes?

-No, princesa- respondió Lucius con ternura, esa niña había resucitado su corazón- Si voy la abuela se quedará triste, además en un rato vienen tus tíos y Scorpius.-

-Yo me quedo con tú- propuso la niña apuntando con su dedito al pecho del adulto.-

-Ve con mamá y Charlie y después vienes con nosotros – propuso Lucius sonriendo- Cenamos juntos ¿Te parece?- la niña lo pensó y luego asintió, con cuidado, el rubio le pasó la niña a Charlie.-

El polvo de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora