7. Ese miserable

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No puede seeer —me quejé al ver que mis dados habían caído ambos en uno.

-¡Si! —Celebró Braidy y chocó las manos con Terrence que a ambos les daba cuatro, el número más bajo hasta que llegué yo.

Solo faltaba que Jools y Fanie lanzaran.

Rogaba para que a Jools le diese alto. Lo rogaba a todos lo cielos, si lo hacía, ya Fanie le daba bajo ambas seríamos pareja.

Entonces Fanie lanzó y le dió alto, cinco y cuatro.

Mierda.

Bueno, bueno, no entremos en pánico. Si a Jools le daba más alto que a Terrence y Teal, entre ellos tendrían que lanzar de nuevo los dados y alguno de ellos sería mi pareja.

Tranquila, tranquila, tran ...

—No pienso hacer pareja con ese miserable —mascullé al ver que los puntitos negros sumaban un tres.

—Miserable desde que te conocí.

Lo miré ofendida mientras él me miraba despectivamente y se preparaba para lanzar los dados de nuevo.

—¡Eh, eh, eh, eh! —Terrence, muy traicionero la verdad, detuvo la mano de Jools y le quitó los dados—. Les tocó así, no sean tramposos.

Me crucé de brazos y elevé la barbilla mirando hacia otro lado.

—Pues no juego.

—Tendrás que hacerlo —insistió Deven, casi partiéndose de risa. De hecho, a todos se les estaba escapando la risa excepto a Jools ya mí—. Tú lo dijiste, el que no jugaba se quedará sin comer.

Odio a mi yo del pasado.

Suspiré, frustrada while me ponía en pie y bebía mi último trago.

—Venga, no soy una miedosa. Sorpréndame —les reté.

Salí al oscuro patio seguido de Jools. En cuanto todos estuviesen listos Deana me mandaría un mensaje paranos permitir pasar.

En cuanto salí el aire frío me golpeó el rostro apenad di un paso hacia afuera. El patio estaba oscuro y muy pronto el interior de la casa también.

Me apoyé a un lado de la puerta y no pude evitar encender un cigarrillo. No fumaba con frecuencia, pero aveces lo hacía cuando estaba en una junta.

-¿Qué ? ¿Ma vas a decir lo malo que es fumar? —Le pregunté cuando supe que su mirada estaba en mí— Porque no soy el profesor Howard como para que me gusten tus datitos tontos, lamezuelas.

Casi vi como rodaba los ojos.

—Solo te iba a pedir el encendedor.

—Pues no te lo presto.

Nos quedamos en silencio unos segundos en los que solo se escuchó mi cigarro consumiéndose.

¿Por qué tardaban tanto?

Miré la hora en mi celular y apenas había pasado un minuto.

Esto iba a ser largo. De reojo vi la sombra de la mano de Jools mover un cigarro entre sus dedos. Sabía que me estaba mirando, lo podía sentir.

De a poco el cuerpo se me tensó y el poco enfoque que tenía en hacer alguna cosa me distraía aún más.

El silencio era una tortura. Eran como las doce de la noche y no se escuchaba nada en lo absoluto.

Y lo peor no era solo estar con Jools Lindsie en silencio y oscuridad. Lo peor era estar con Jools Lindsie en silencio y oscuridad mientras por tu mente pasaba la imagen de él cerrando los ojos con fuerza, su cabello pegado a su frente por sudor mientras se movía sobre ti y soltaba un gruñido que ...

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora