50. Una sorpresa

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—¿Esto es en serio? —pregunté indignada.

Miré a Jools, que estaba junto a muchas más camillas mirando Tiktok mientras una intravenosa estaba clavada en su piel.

—Esa es la causa principal, pero vamos a seguir haciéndole unos exámenes para asegurarnos que no tiene algo mucho más grave —la doctora miró a la madre de Jools significativamente y ambas comenzaron a hablar a un lado. Escuché algo sobre firmas y pagos.

Y yo le lancé una mirada asesina al idiota.

Con pasos pesados me acerqué a él y me planté de brazos cruzados a su lado, que inocentemente elevó la vista hacia mí.

Enarcó una ceja al ver que le puse mala cara, como si se preguntara qué me sucedió ahora, pero luego volvió su atención al movil.

—¿Sufrí dos horas llenas de ansiedad, y tu madre viajó a toda velocidad solo para que nos digan que te desmayaste porque no tomaste agüita?

Él rodó los ojos y dejó el celular de lado.

—¿Qué quieres? ¿Que retroceda el tiempo y ahogarme en un estanque?

—En estos momentos, sí —le dije tajante—. ¡Ni te imaginas todo lo que pasé en esa hora! ¿Sabes por qué mi mano está vendada? —la levanté meneándola frente a su cara—. Quemadura con hielo.

Él frunció el ceño y miró mi mano y luego a mí, como si no entendiese por qué era su culpa.

—¿Y yo qué?

—¡Estuve sujetando hielo por treinta minutos para dejar de hiperventilar! —le grité dándole un suave golpe en el hombro.

—¡Hey! —se quejó.

—Nada de "hey", ¡eres un idiota! ¿Cómo se te ocurre no hidratarte?

—Haven...

—¡Nada de Haven! ¡Nada de no te preocupes! ¡Nada de "estoy bien"! ¡Estuve muy asustada!

—Pero...

—Y además no me querían decir nada de tu estado. Casi golpeo a la doctora por decir "solo familia". ¡Le dije mil veces que no éramos de aquí y que tu mamá estaba a dos horas! Esa vieja es una pesada, me echó de la sala y cuando tu mamá llegó recién me dejaron pasar.

—Estás armando un drama, ¿sabes?

—¡Yo no fui la que se desmayó trágicamente en los brazos del otro!

Él rodó los ojos y volvió su vista al celular.

¿Esto es en serio?

Le quité de las manos el aparato y antes de que protestara le di un abrazo.

—Haven.

—Shhh.

—Solo fue un desmayo.

Me separé de él mirándolo con el ceño fruncido.

—Pudiste tener un tumor, problemas cardiacos, o desmayar y golpearte en la cabeza y morir...

Miré su rostro y detuve mi charla. Él estaba sonriendo por lo bajo mirándome con un brillo de burla.

—Nunca imaginé que Haven Bantley iba a discutir conmigo por estar preocupada.

—No estoy discutiendo.

—Sí, sí lo estás.

—Si yo digo que no es no.

—Si tu dices que no es sí y solo dices no para llevarme la contraria.

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora