42. Una verdadera familia

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—Te ves mucho menos mierda que otros días.

—Gracias por el cumplido —respondí rodando los ojos, a lo que Terrence sonrió y se acercó a mí.

Ambos nos miramos en el espejo que estaba frente a nosotros. De pequeños teníamos una tradición que perduraba hasta el día de hoy, y aunque era tonta, siempre la sentí como si nos uniera de una forma especial.

Porque ambos de alguna manera tuvimos mucho en común.

Creo que nunca me di el tiempo de hablar de él. De su desastrosa familia, de su difícil situación.

El primer año que estuve viviendo con mis abuelos fue todo muy emocionante. Era mi primera navidad. La primera que iba a celebrar.

Veía que armaron el árbol, pusieron regalos y escuchaba como la abuela y el abuelo iban a cocinar esa noche.

Entonces, esa semana la abuela quiso hacer galletas de navidad y quería que yo le ayudara.

Claro, yo era una niña que era incapaz de despegarse de su mejor y único amigo, por lo que invité a que Terrence nos ayudara también.

Y ahí nos enteramos que él también. Nunca había celebrado la navidad, ni año nuevo, tampoco su propio cumpleaños. Su madre y padre, aunque muy agradables, eran personas que profesaban una religión estricta que no permitía este tipo de celebraciones.

La abuela le pareció injusto y triste el que Terrence fuese arrastrado con esas creencias que lo hacían sentir triste y excluido de tofo, por lo que supo hablar con el señor y la señora Carson para que él pudiese estar con nosotros en fechas especiales.

Desde ese día Terrence formó parte de mi familia. Esa navidad la abuela se preocupó de comprarnos ropa a juego; un suéter rojo con copitos de nieve, zapatos negros y una falda/pantalón blanco.

Cada año nos esforzamos por mantener esa tonta tradición en la existencia. Éramos como Gunther y Tinka, Sharpay y Ryan, Mario y Luigi, Anastasia y Griselda: un dúo excepcional.

Y ahí estábamos los dos como idiotas. Este año me tocaba elegir a mí la icónica vestimenta. Y no fue otra cosa que el ouffit que Harry y Phoebe utilizaron en Treat people with kindness.

No conocía mucho a Harry Styles, pero la verdad Fanie me estaba volviendo una obsesiva con ese chico y me encantaba.

—Me veo genial —dijo mi amigo, acomodando su cabello castaño hacia atrás luego se volteó ligeramente y se miró las nalgas—. Estos pantalones blancos hacen que mi culo se vea espectacular.

—Por lo menos ahora sabemos que tu espalda no te llega a los talones —murmuré con maldad, a lo que Terrence, muy ofendido me dio un empujón ligero que me hizo tambalear.

Claramente yo se lo devolví con más fuerza. Trastabilló y tuvo que afirmarse de la cama para no caer directamente. Antes de que yo pudiera sonreír una almohada voló por los aires y fue directamente a mi rostro.

La tomé y me lancé hacia él con todas las ganas de vengarme.

Así que cuando fue la abuela a ver por qué aún no bajábamos a cenar, nos encontró a ambos discutiendo y golpeándonos con almohadas.

—Si no bajan, Fidel los dejará sin nada de comer —dijo regañándonos.

Rápidamente nos separamos como dos niños frustrados. Nos lanzamos miradas de advertencia, dejando claro que la pelea no iba a quedar ahí, y me frustré a ver que mi cabello se había alborotado y no terminaba de maquillarnos.

Terrence era un chico que no se preocupaba mucho por su apariencia. Siempre iba con pantalones holgados, cabello desordenado y era tan flojo que aveces no se afeitaba por una semana completa, por lo que era común ver la superficie de su piel con el nacimiento de vello facial.

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora