53. San Valentín (primera parte)

791 161 54
                                    

Cuando bajé las escaleras no me sorprendió ver un enorme ramo de rosas sobre la mesa.

El abuelo bebía de su té mientras engullía su desayuno especial. La abuela olisqueaba las rosas y luego miraba al abuelo con mucha ilusión.

Sabía que él se las había mandado, y lo miré confusa porque creí que en realidad iba a darle la cadena de oro que hace unos días me había mostrado.

—Que bonitas —dije tomando asiento mientras le quitaba un par de tortitas al abuelo.

—¡Eh, este es mi regalo! —se quejó.

—Comparte, viejo mezquino —gruñí, a lo que él solo soltó un quejido y dejó que tomara también chocolate para endulzar la vida.

Seguro Mack ya se había ido a trabajar y Terrence en unos minutos iba a aparecer en casa para desayunar.

—¿Hoy vas a salir con Jools? —preguntó la abuela, mientras acomodaba las flores.

—Oh, vendrá a acá luego de nuestras clases —me metí un trozo de tortitas a la boca y sentí la gloria por el dulce sabor—. Vamos a ver una película.

—Nosotros no estaremos —dijo el abuelo y me lanzó una mirada seria.

Oh, sé lo que está pensando y advirtiendo.

La verdad siempre era cómodo estar con ellos, pero la manera en la que me estaba mirando. Como si esperase que dijera algo me ponía de los nervios, me aclaré la garganta y me serví algo de jugo porque de repente se me hizo un nudo en ella.

—Haven —llamó la abuela y por su mirada supe lo que me iba a preguntar.

Sabía donde iba la cosa.

Así que antes de que alguno pudiera preguntar lo solté:

—Jools y yo ya hemos... ya saben...

Ambos se lanzaron una mirada. Una que me hizo removerme en el sitio incómoda y solo atiné a seguir hablando.

—Es algo normal, ¿no? Jeje, siempre y cuando sea consensuado. Y además él ocupa siempre protección, no queremos ser padres tan pequeños...

La abuela asintió, satisfecha con lo que añadí. El ambiente se sintió incómodo y luego el abuelo asintió. Apartó la mirada de mí y mordió su emparedado nuevamente.

Apenas tragó dijo:

—Menos mal, porque si salen con domingo siente le voy a cortar el pico.

Abrí los ojos como platos mientras me atragantaba con la comida y la abuela soltaba una especie de risa.

Que buena forma de decir que van a castrar a Jools.

No siempre solía escuchar a mis abuelos hablar con sus modismos chilenos. Aveces decían uno que otro dicho, o me repetían una y otra vez que era de mala suerte dejar la cartera en el piso para el dinero, poner un plato boca a bajo para que el hipo se me vaya —o, en su defecto pegar papel de periódico en mi frente— o pedir un deseo cuando comemos la primera sandía en el año. Supersticiones que tenían en el lugar de donde vivían.

Una vez les pregunté por qué no solía escucharlos hablar como lo hacían, pero ellos respondieron diciendo que tuvieron que acostumbrarse a hablar un español local porque no se les entendía.

Cuando estaban enojados solían decir unas groserías o muy puntualmente llamaban de forma diferente alguna cosa.

—No seas grosero, Fidel.

Suspiré y seguí comiendo en silencio.

Terrence se presentó hablando rápidamente de que no tenía idea de que hoy era San Valentín y que le ayudara a buscar un regalo para su ahora novia Fanie.

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora