61. Llamadas incesantes

725 158 30
                                    

Las cosas buenas y las cosas malas pueden suceder de un segundo a otro.

Estaba en época de examen. Los bailes y las fiestas habían terminado. Mis preocupaciones estaban puestas solo en tres cosas:

-Exámenes.
-Francia.
-Jools.

O sea, he ido de un lado a otro con un libro en la mano y con una libreta para organizar todo para cuando volemos.

Estaba tan enfrascada en aquello, que me sorprendió recordar que la boda de Mack y Clayton era la semana que venía.

—¿Qué dices?

—Ahh —traté de sonar natural pero enseguida vio mi rostro nervioso. Apretó los labios en una línea y me miró con desaprobación.

—Haven, te estoy pidiendo solo un consejo, ¿puedes elegir?

Miré nuevamente los diferentes peinados y hubiese sido muy simple que le señalara cualquiera, pero Mack había enviado la foto de su vestido y maquillaje y ella quería que le recomiende un peinado que venía con ambos.

El problema era que pasé por alto todos sus mensajes y ahora lo lamentaba.

—Creo que... ¿este recogido? —ella iba a protestar porque seguro dudé, pero cuando vio lo señalado frunció las cejas y comenzó a verlo con más detalle.

Solté un suspiro de alivio cuando me dejó comer tranquila.

—Supe que hay un cine donde reproducen películas antiguas —anuncié cuando el abuelo llegó a sentarse—. Podríamos ir cuando pongan Ghost.

Esa, hasta ahora era la única película que el abuelo se quedaba sentado viendo sin dormirse o cambiar la televisión. Siempre que la veía en la tele la dejaba puesta, y la verdad me hacía ilusión salir con él y con la abuela.

—Podríamos, sí —asintió él.

Seguí comiendo tranquilamente mientras leía mis apuntes. Hoy tocaba examen de geometría —que no es especialmente mi fuerte— así que luchaba por aprender formulas raras y ángulos.

Cada mañana, desde hace ya unos días Jools ha pasado por mí para ir a pie temprano a la escuela y hablar un rato sin que nadie nos moleste.

Y esa vez no fue la excepción.

Me despedí del abuelo como cada día dándole un beso en la mejilla y una sonrisa antes de seguir mi camino a la puerta.

Afuera Jools me esperaba mientras saludaba a la abuela que regaba sus plantas tranquilamente.

—¿Cómo estás? —me preguntó rodeándome los hombros con un brazo.

—Estaría mejor si fuera millonaria.

—Conozco la sensación —asintió.

—Nos vemos luego —canturreé en dirección a la abuela—. Quizás voy a almorzar en casa de Jools.

Ella estuvo de acuerdo y nos dejó marchar.

Emprendimos camino lentamente. Faltaba media hora para que comenzaran las clases y aprovechábamos nuestra caminata lo que se podía.

—¿Cómo te fue ayer? —me preguntó refiriéndose a una cita en terapia.

Ayer era la tercera que tenía. Esta vez habíamos avanzado mucho más rápido ya que Christian tenía notas y diagnósticos de Emersy también.

Era un hombre bastante agradable, la verdad. Muy silencioso y dejaba que hablara todo lo que quería.

—Como siempre —fue lo único que pude decir—. Me recetó unos medicamentos por... ya sabes, ataque de ansiedad y como he estado algo nerviosa estos días...

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora