56. Yo podría ser tu pasión

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—¿No?

Titubeó y vi que estaba a punto de echarse hacia atrás pero lo sostuve por los brazos.

—No te lo tomes personal, Jools. Kurt también me invitó —me sinceré casi titubeando.

—¿Y vas a ir con él? —no se veía enojado, sin embargo parecía que la idea no le gustaba.

—Que idiota eres —le sonreí y lo acerqué a mí de modo que casi me estaba colgando de su cuello—. Solo es que no me gusta ir a los bailes.

El rostro se le dejó de tensar y una mueca de ligero alivio le recorrió. Sentí que notablemente se relajaba.

—Pero si quieres ir te puedo acompañar —insistí, a lo que él negó rápidamente.

—Oh, no. Solo te invitaba por si es que querías ir, pero a mi tampoco me gustan.

Ladeé la cabeza ligeramente y pensé que, de alguna forma nos parecíamos más de lo que creíamos.

—Podríamos hacer otra cosa —propuse—. Ir al cine, o a comer, o podríamos ir al museo de artes. Siempre he querido ir pero nadie me quiere acompañar —hice puchero.

—Podríamos, sí —asintió y esa sonrisa seductora tiró de sus labios antes de inclinarse hacia mí y juntar nuestros labios.

Pero cuando el gesto se estaba poniendo interesante Jools se separó rápidamente de mí soltando una queja.

—Ya te lo dije, Lindsie. Tendrás que guardar y cerrar tú —gruñó Rider y vi en el suelo las llaves del gimnasio.

Jools con un gruñido las tomó y se acarició la cabeza donde el objeto lo golpeó.

—Hasta el lunes, Lindsie.

El hombre se fue sin más. Escuché que Deana exclamaba algo tras de mí, pero no le entendí mucho. Ya se me había olvidado que venía acompañada.

—¿Voy a dejarte yo a casa? —preguntó entonces Jools, y yo le agradecí internamente porque no estaba dispuesta a irme sobre Deana nuevamente.

—¡Me voy con Jools! —les grité, y ellos no se opusieron. Se despidieron y se marcharon como si nada.

Creí que las chicas iban a esperar a sus novios.

Me encogí de hombros y ayudé a Jools a guardar las cosas. Esas camisetas apestosas que solían utilizar para dividir los equipos, los balones y las cuerdas de saltar que supuse utilizaron para el calentamiento.

Cuando terminamos ya todos se habían terminado de duchar. Algunos de los chicos habían ido a despedirse de Jools, como Steve o Deven que me saludaron. También vi a Kurt, que se despidió con la mano y luego se marchó.

Yo me quedé sentada esperando a Jools aun dentro de los vestuarios de los hombres.

—Me sorprende que esto esté limpio —le dije mirando a mi alrededor. No había ropa tirada por todos lados ni mal olor.

—Rider nos mantiene a raya con el aseo —respondió simplemente desde las duchas—. El que no mantiene limpio su espacio tendrá que limpiar el de todos por lo menos por un mes.

Asentí, aunque la verdad Jools ni me miraba. Escuché el ruido de la ducha, el agua caer contra el suelo y me dieron ganas de meterme bajo un chorro de agua fría.

—¿Cómo es que te da el cuerpo para correr tanto? —pregunté, hablando muy alto para que pudiera escucharme.

—Desde que jugué el deporte en clases de gimnasia me gustó.

Recordaba esa clase. Ese día terminé peleada con una chica porque ella no soportó un tackleo tan brusco como el que supuestamente le di.

—¿Y fue eso y ya supiste que era tu pasión?

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora