Capitulo 9

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Rancho Park

Dry Gulch, Montana

Taehyun Park releyó la carta de Jimin por décima vez desde que la había recibido. ¿Por qué no había vuelto a escribir su hermano?, se preguntó. Según decía la carta, había recibido un balazo. ¿Es­taría herido de gravedad? Si lo estuviera, no habría podido escri­birles, ¿verdad? Y había sido el propio Jimin quien había escrito aquella carta de su puño y letra.

Justo en ese momento Jungkook entró en tromba en la casa, ce­rrando con un sonoro golpe la puerta trasera.

Taehyun levantó la vista.

—¿Ya has regresado del pueblo? ¿Alguna noticia?

—Nada bueno —dijo Jungkook—. Ni una palabra de Jimin. ¿Crees que está bien?

—La gente del Circle F se habría puesto en contacto con nosotros si le hubiera ocurrido algo, así que creo que está dejando pasar el tiempo. Sin embargo, debería de habernos escrito ya otra carta; quizá estemos a punto de recibirla. ¿No te has enterado de nada más?

—Jang Riley sigue hablando mal de Jimin a todos los que le quieren escuchar. Y que Chaerin se pasee por el pueblo con el vientre cada vez más hinchado no es precisamente una ayuda. Además, su hermano no sale del saloon en estos días, no hace más que emborracharse y quejarse de cómo Jimin se escapó de los vi­gilantes; sus protestas irritan a Jang, y éste se muestra cada vez más ansioso por atraparle. ¡Maldita sea, Taehyun, no es justo! Jimin es un buen hombre.

—En nombre del Cielo, ¿qué podemos hacer para ayudarle que no hayamos hecho ya? —se preguntó Taehyun con desesperación.

—Tenemos que darle coba a Chaerin. Quizá si la adulamos un poco, logremos que nos diga la verdad.

—¿Y cuál de los dos se ocuparía de ello? —quiso saber Taehyun, arqueando un ceja.

—Tú eres el mayor de nosotros dos, por lo que deberías ser tú, Taehyun. Es por el bien de Jimin.

Taehyun suspiró.

—Muy bien. A ver qué consigo.

Rancho Circle F

Rolling Prairie, Montana

Jimin releía la carta de su hermano presa del desánimo. No había nuevas noticias de Dry Gulch, los vigilantes seguían buscándole y Chaerin continuaba contando la misma historia. A pesar de lo mucho que lo deseaba, aún no podía regresar a casa, pero tampoco podía quedarse allí; no podía ejercer de marido cuando estar ca­sado iba en contra de todos sus principios.

—Imagino que no has recibido buenas noticias —dijo Yoongi al entrar en la sala y ver a Jimin leyendo la carta.

—Esperaba... Bien, mis hermanos siguen intentando limpiar mi nombre. Por desgracia todavía no lo han conseguido. Chaerin se mantiene en sus trece y continúa difamándome.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Yoongi en voz baja.

Jimin ignoró deliberadamente el visible anhelo que apareció en las profundidades azules de los ojos de su esposo. Era dema­siado transparente y mostraba lo que estaba pensando en cada momento.

—No lo digas, Yoongi, ni siquiera lo menciones. No pienso que­darme. Jamás quise casarme contigo, ¿recuerdas?

—Aún no puedes irte a tu casa —le recordó.

—Puede que no, pero tengo muchos lugares a los que ir. Poseo dinero suficiente para desaparecer donde prefiera hasta que las cosas se calmen.

Yoongi tragó saliva. A pesar de todas las buenas intenciones de no retener a Jimin, no estaba preparado para perderle. Sólo de pensar en las noches y los días sin él, se le ponía un nudo en la garganta. ¿De qué le servía conservar las tierras si no tenía con quién compartirlas?

Un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora