Seis meses después
Jimin se detuvo ante la cuna y admiró con arrobada adoración cómo dormía su hijo recién nacido. Era muy pequeño; estaba rojo y tan lleno de arrugas como Nam, pero no se podía negar que era un buen mozo. Se inclinó y le pasó el dedo por la suave mejilla, preguntándose cómo podía haber creído alguna vez que no quería tener esposa o esposo e hijos. De no ser por Yoongi, todavía estaría viviendo una existencia solitaria, llena de amargura y desconfianza. Verse obligado a casarse había sido lo mejor que le había ocurrido nunca.
—¿Ya estás haciendo planes para él? —preguntó Yoongi al abrir los ojos y verlo admirando a su hijo.
—Ah, ya estás despierto. En lo que respecta a nuestro hijo, creo que me he enamorado por segunda vez en mi vida.
—Yo siento lo mismo.
—¿Qué tal te encuentras? Según el doctor Colberg tuviste un parto muy fácil, de los mejores que había atendido. Añadió que habías nacido para tener hijos.
Yoongi hizo una mueca.
—No es que haya sido divertido, pero supongo que he tenido suerte. Sobre todo cuando él abrió consulta en el pueblo después de que el viejo Doc Tucker dejara el pueblo tan de repente.
—Si no se hubiera ido, le habrían echado. Jamás se mantuvo sobrio el tiempo suficiente como para ejercer la medicina.
Jimin observó entonces el rostro de Yoongi, tenía ojeras.
—Vuelve a dormir, cariño. Necesitas descansar y recuperar fuerzas.
—Ya dormiré más tarde. Nam debe estar ansioso por ver al bebé ¿por qué no le llamas y le dices que venga?
—Está justo detrás de la puerta como si fuera un abuelo orgulloso. Tan ufano como estará Jungkook cuando se entere de que ha nacido el niño.
Yoongi vio una sombra en la cara de Jimin y supo exactamente lo que estaba pensando. Le apretó la mano para consolarle.
—No te preocupes, cariño. Taehyung recuperará pronto la cordura y regresará al hogar.
—Hace meses que no sabemos nada de él. Podría haber muerto y no nos habríamos enterado.
—Sí que lo sabríamos. ¿No sería maravilloso que tanto Taehyung como Jungkook encontraran a alguien digno de su amor?
—No ocurrirá —aseguró Jimin—. Mis dos hermanos son unos solteros empedernidos.
A Yoongi le brillaron los ojos con picardía.
—También lo eras tú hasta que me conociste a mí.
Jimin esbozó una sonrisa torcida.
—Quizá tengas razón. Ninguno de ellos ha conocido todavía a una persona tan decidida como tú. Si cualquiera de mis hermanos es lo suficientemente afortunado para encontrar a alguien a quién amar, caerán con todo el equipo igual que hice yo.
—¿Puedo pasar? —Nam asomó su canosa cabeza por la rendija de la puerta; parecía muy ansioso por ver a Yoongi y al bebé.
—Adelante, Nam —le invitó Jimin.
Nam entró en la habitación, retorciendo su gastado sombrero entre las manos.
—Parece muy feliz, señorito Yoongi. Un poco cansado, pero eso pasará pronto. —Lanzó una anhelante mirada a la cuna.
—Acércate y échale una ojeada, Nam —dijo Yoongi—. Creo que se parece a su padre.
—Es un niño hermoso, señorito Yoongi. El señor Min habría estado muy orgulloso. ¿Cómo se va a llamar?
—Aún no lo hemos decidido —dijo Yoongi.
—Claro que lo hemos hecho —lo corrigió Jimin—. Se llamará Suk, como el padre de Yoongi.
Nam pareció sentirse feliz con aquellas palabras.
—A él le habría gustado mucho. Bueno, será mejor que vuelva a mis tareas.
—Gracias —dijo Yoongi a Jimin en cuanto se quedaron solos.
Jimin se inclinó y lo besó con suavidad en los labios
—No, mi amor, gracias ti por amar a un extraño.
FIN.
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Un amor extraño
FanficCon una bala alojada en la espalda y una partida de vigilantes siguiéndole el rastro, Park Jimin se esconde en el primer sitio que encuentra antes de perder el conocimiento: un destartalado rancho en medio de la nada. Cuando se despierta está siendo...