Capitulo 16

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—¿¡Qué!? —gritó Nam, consternado—, ¿Se ha vuelto loco, señorito Yoongi? No puede casarse con Kang Minhyuk.

—Te he dicho que he aceptado casarme con él, no que lo haría —le aclaró Yoongi—. Sólo he firmado los documentos necesarios para que me preste el dinero y liquide los impuestos antes de salir del pueblo. Una preocupación menos.

—Pues debería preocuparse por Kang —advirtió Nam—. Además, ¿no me había dicho que él no podría hacerle nada mientras tuviera en su poder esa confesión firmada?

—Ya no la tengo, Nam —aclaró Yoongi—. Dejé la confesión en el cajón del escritorio y me olvidé de ella. No contaba con tener que abandonar el rancho tan de repente y estaba demasiado preocupado por Jimin para pensar con claridad. Habría escondido la confesión en un lugar más seguro si no me hubiera marchado tan apresurada­mente. Es culpa mía, no tengo perdón por no haber guardado mejor un documento tan valioso.

—¿Se lo robaron?

—En efecto. La casa quedó vacía. Kang debió de actuar en cuanto supo que yo había abandonado el rancho; antes de que regresaras del fuerte con los vaqueros.

—Razón de más para que no se case con un hombre como él. Intentó comprar las tierras mucho antes de que mataran a su padre e incluso quiso convencerle para que le dejara casarse con usted. Pero el señor Min era un hombre muy listo; sabía que Kang no era trigo limpio y le mandó a freír espárragos.

—Ya te lo he dicho, Nam, no es mi intención casarme con Kang. Tengo un mes para encontrar una solución.

—Qué Dios nos ayude si no lo hace —dijo Nam, levantando las manos en un gesto de desesperación.

La sospecha de que estaba embarazado se convirtió en certeza a la mañana siguiente, cuando se levantó de la cama con náuseas. Todavía estaba pálido y mareado cuando bajó las escaleras para desayunar.

Nam le miró y negó con la cabeza.

—No ha dormido bien, ¿verdad? Tiene un aspecto horrible.

—Estoy bien, Nam, no te preocupes.

—Necesita ayuda en los quehaceres domésticos. Pero después de que robaran el dinero de la venta del ganado, los hermanos Consuelo ya no fueron a buscar a su hermana. Le habría sido de gran ayuda en la casa.

—Da igual, no hubiera podido pagarle. —Yoongi suspiró con desaliento y cogió las manos de Nam—. No sé lo que haría sin ti, Nam. Jamás me había sentido tan solo.

—Yo siempre estaré aquí, querido. Lo superaremos, ya lo verá.

Nam sintió la tentación de ir a buscar a Jimin. Sabía que a Yoongi no le gustaría, pero no veía otra solución. El joven pensaba que podría manejar a Kang, pero era como un bebé en sus mal­vadas manos. Que Yoongi se enfadara con él era mejor que permitir que arruinara su vida. Decidió esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos y, si las cosas no marchaban como debían, definitivamente haría algo al respecto.

Sonriendo con aire satisfecho, Kang Minhyuk se acercó al Circle F. Miró a su alrededor y, mientras admiraba la exuberante vista de las montañas con las cimas nevadas, pensó que todo aque­llo pronto sería suyo. Ya habían pasado dos semanas del mes que le había concedido a Yoongi. Otros quince días más y poseería cada acre de aquellas tierras que llevaba tantos años codiciando, y tam­bién a Yoongi. En esa ocasión Jimin Park no podría detenerle. Iba a hacer realidad su sueño de poseer el rancho más grande de Montana. Le había echado el ojo al Circle F incluso antes de abrir el banco, pues eran las mejores tierras de la zona. Según atravesaba a caballo el portón de entrada, iba imaginando al ganado con su marca grabada engordando en aquellos pastos.

Un amor extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora