El día de San Valentín era una de sus fechas favoritas, el trabajo aumentaba y recibía propinas generosas de clientes felices. Además la van olía a flores todo el día. No pudo evitar hundir el rostro en un ramo de rosas rojas mientras lo cargaba.
—Ese es el alfa más rudo de la bodega —Escucho a un grupo de gamberros de la zona lanzar insultos. Los ignoró, a menos que fuera grave, las luchas de territorio eran nocturnas; decidió marcharse sin causar problemas, o ese era el plan hasta que uno se puso frente al auto, impidiendo que se moviera. Respiro tratando de controlarse.
—Puede que sea el alfa más débil que conozcas, pero tiene a esos lindos omegas que lo siguen —Asegurando que lo viera hizo un gesto vulgar con las manos. Por la forma en que el grupo se carcajeaba se podría pensar que contó el chiste del siglo.
Apretó el volante, fantaseando con arrancar el auto para ver si sus traseros terminaban cagados, pero no creía que solo se fueran con la cola entre las patas. Así que encendió la radio y se desconectó de lo que sea que dijeran.
Eran amigos de su último contrincante en el festival.
Al ver que no causaban ninguna reacción en el moreno, decidieron marcharse, no sin antes escupir al parabrisas.
Asqueado salió del auto para limpiar los escupitajos de esos hijos de puta.
Sintió cómo lo apretaban contra la puerta del coche. Habían fingido marcharse y como idiota había caído en la finta.
—Viéndolo bien, puedo entender a esas perritas —Dijo mientras acercaba su boca a su rostro. Sus amigos reían al tenerlo sometido entre los tres. —tan bonito alfa. ¿Quieres que te marque bonito? —fingió mordiendo sobre la bufanda. Sintió náuseas, no solo por el aliento de mierda.
La risa de sus otros amigos se detuvo. Eso ya no les parecía gracioso.
—Dak-ho Hyung, quizá es momento de irnos... —Los menores se revolvieron ansiosos, inseguros de que su mayor siguiera bromeando.
—Callate Mik, por culpa de este imbécil perdí mucho dinero. Que tal si hago que te pudras, —paso la lengua en la mejilla de Namjoon. Repetidamente azotó la cabeza de Nam contra la ventana de la puerta —Vas a aprender a obedecerme, y a temerme —Empezó a tratar de arrancar la bufanda. Al sentir los tirones en el cuello, sintió rabia, la suficiente para liberarlo del terror que lo tenía paralizado e indefenso, aprovechando de la inseguridad que tenían los alfas menores de seguir las órdenes del mayor. Logró liberarse y lanzar un puñetazo al tipo. Un poco de su cabello fue arrancado mientras se liberaba.
Sintió un dolor terrible en la muñeca, pero no le dio mayor importancia. El tipo había caído al suelo completamente. Antes que los otros pudieran reaccionar tomó la camisa del siguiente más fuerte y empezó a golpearlo. Cada puñetazo era un látigo de dolor que le recorría todo el brazo. Había dado mal el primer golpe. Antes de que pudiera dejarle en el suelo, el otro tipo había comenzado a golpearlo por la espalda. Sin dudarlo lo estrelló contra el auto lanzándose sobre éste. Cuando escuchó un pequeño estallido supo que le había quebrado una costilla. Empezó a pegarle con el codo, hasta que el tipo cayó al pavimento en donde procedió a patearlo.
Alejando los cuerpos desplomados del camino de salida del auto con el pie, huyó conduciendo la van lejos de la escena.
Cuando terminó las entregas, la mano era del doble de su tamaño normal. Por suerte ninguno le había golpeado el rostro y ningún cliente se enteró que había estado en una pelea antes de entregarle ese bonito arreglo de flores. Por lo que recibió buenas propinas. Las personas cuando veían que tenias el ojo negro normalmente se olvidaban de la propina.
Solo cuando terminó su turno en la floristería y entregó los comprobantes de entrega, pudo relajarse. Condujo lejos hasta su lugar favorito en la playa.
Estaba desierta para su suerte.
Solo entonces se permitió temblar y gritar. Lloraba de lo asustado que se sintió, en cómo su primer instinto fue encogerse. Rememorar cada segundo del aliento de ese tipo en su cuello iba a ser material de nuevas pesadillas. En ese instante no se sentía como un lobo, era solo un conejo asustado ante su depredador.
Acuno su mano en el regazo. La piel estaba roja y brillante. Se sentía caliente y el solo roce del aire le dolía.
Se arrancó la bufanda del cuello. Había guardado olor de aquel hijo de puta.
Se sentía tan expuesto y vulnerable.
Seokjin.
Quería que el alfa aquel estuviera en ese momento a su lado.
—Seokjin hyung, te necesito —Se lamentó mientras se acurrucaba sobre su mano y lágrimas enormes recorrían su rostro.
Marco el número del Alfa. —Seokjin Hyung, podrías venir, será solo un momento.
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La verdad sobre nuestro líder
Roman d'amourDeambular por zonas desconocidas nunca es buena idea, pero cuando estas perdido, quizá encuentres algo más que la salida. Un alfa se supone que sea alguien fuerte y agresivo, pero Jin, nunca ha encajado con esa descripción. ¿Qué es lo que hace a un...