Capítulo 7 "Deseo"

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Jeno disfrutó la pequeña tarde que estuvo junto a Renjun. El castaño era sencillamente adorable y muy gracioso, no podrías apartarle la mirada de encima, aunque quisieras.

—¿Entonces no hay una pequeña posibilidad de que podamos ser amigos? —preguntó Jeno bebiendo lo que quedaba de su refresco.

—Quizás contigo, pero a tu querido Na Jaemin no puedo mirarlo —Jeno lo miró intentando disculparse en nombre de su mejor amigo, pero el castaño lo detuvo de inmediato—. No necesito que te disculpes en su nombre, Lee. Solo disfrutemos de esta deliciosa comida.

—¿Qué hay de mí? —el rubio dejó el vaso ahí y lo miró directamente a los ojos.

—Tal vez —el castaño se encogió de hombros terminando lo poco que le quedaba de comida—. Deberíamos irnos.

—Aun es temprano —Jeno miró su reloj—. Podríamos ir a algún lugar a divertirnos. Estoy seguro que Yangyang no te ha dado un tour por este lugar.

Renjun no sabía que quería hacer. Por un lado, pasar la tarde junto a alguien le parecía una perdida de tiempo, pero por el otro lado, Jeno le daba la impresión de que si salían juntos tendrían un buen día.

—Bien.

Salieron del lugar mientras Renjun acariciaba su estómago, había comido tanto que dio la impresión de estar muriendo de hambre. —No le digas a Yangyang que comí como un cerdo, él idiota tiene la audacia de burlarse de todo lo que hago —Jeno asintió riendo.

Entraron al deportivo del rubio y Renjun encendió la radio. —Esa radio apesta, ¿por qué la escuchas? —preguntó el castaño cambiando la estación.

—A Yeri le gusta —Renjun levantó sus cejas burlándose del rubio—. ¿Qué?

—¿Tu novia? —preguntó interesado. El chisme corría por sus venas.

—No. Ella es mi prometida.

El castaño comenzó a toser impresionado. Creía que Jeno había mentido sobre su matrimonio. —Oh.

—¿Qué pasa con esa reacción?

—Es que sigo diciendo que eres tan joven. Te deseo mucha suerte, Lee Jeno.

Jeno asintió no muy convencido y condujo hasta su lugar secreto. Tardaron tres horas aproximadamente y el sol comenzaba a descender, despidiéndose de ambos. —Leí que hoy habrá luna llena —le dijo Renjun mientras ponía otra canción—. Así que puedes pedir un deseo, pero tienes que hacerlo a eso de las doce.

—¿Crees en esas cosas? —Jeno se burló, mientras le subía el volumen a la radio.

—¿Hay algún problema? —Renjun lo miró.

—Claro que no —levantó las manos y el castaño le dio un golpe en el hombro, asustado.

—¡No hagas esa mierda! Dios, casi me cago del susto —Jeno se rió de Renjun y continuó su camino hasta la cima. «Que cliché es todo esto» pensaba el rubio mientras estacionaba junto a su pequeño mirador—. ¿Dónde estamos? —el castaño quitó el cinturón de seguridad y bajó, asombrado de la vista que tenía.

La luna ya estaba llegando a la cima y los grillos comenzaban a sonar casi como una típica película de terror.

—Aquí vengo cuando no quiero estar en casa —le contestó Jeno saliendo del auto.

—Es lindo —Renjun se sentó en el césped y estiró sus manos, sintiendo que podría alcanzar la luna—. ¿Tan desesperante es estar en casa, Jeno?

Con un suspiro se recostó junto a Renjun y lo miró. —No tienes idea.

Ambos se acomodaron en el césped algo húmedo, mirando a la luna. —Pidamos un deseo.

Herederos / NoRenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora