Capitulo 16

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Rubius

- Tío, ¿por qué no bajah a comeh algo? 

Mangel me despertó de mis pensamientos. Desde que la habían subido a planta, había plantado una silla al lado de su cama y de allí no me moví, mirándola, cuidándola, para estar atento a cualquier cosa que ella quisiera o necesitase cuando despertase. Y aunque tenía esa alarma constantemente en alerta, mi mente se iba por otros sitios y por otros pensamientos... y por otros... sentimientos... involuntariamente.

De vez en cuando, la tocaba, le acariciaba aquella mejilla que parecía que iba recuperando algo de su rojizo natural y la cogía de la mano. Miraba a aquellos ojos que ahora estaban cerrados. ¿Qué estaría pasando por su mente? ¿Qué estaría sintiendo? Espero que paz, para que así descansara un poco de todo lo que le había ocurrido, la pobre...

Tanto me concentré en ella que ni sabía qué hora era, pero no tenía hambre ni nada; solo quería estar pendiente a ella por si despertaba. Llevaba bastante tiempo en el mismo estado. Una vez pasó el médico para revisarla y nos dijo que todo iba bien, que cuando despertara que se lo comunicásemos de inmediato, y que no nos extrañásemos si ella en un principio no recordaba nada porque eso era un pequeño efecto secundario de los tranquilizantes que le estaban dando.

- Venga -me insistió Mangel-. Yo me queo con ella, no te preocupeh. Te aviso con lo que sea.

- Bueno, iré a por algo rápido y subo en seguida.

A la velocidad del rayo, fui a una máquina expendedora y de ella compré un sandwich. Subí en seguida a la habitación. No había mucha gente; en verano (que casualidad) la gente no solía ponerse enferma. Estábamos en la segunda planta y muy pocas habitaciones tenían pacientes dentro. 

Cuando regresé, todo seguía igual. Me volví a sentar en mi silla en dirección a ella y comí mi sandwich. Mientras, Mangel miraba por la ventana. El pobre se había pasado también la noche en vela, aunque alguna que otra vez se sentaba en un sillón y se echaba una cabezada, y cuando estaba despierto se ponía con su móvil o daba vueltas. No sé cuantas veces le había agradecido ya que me acompañase y que lo siguiera haciendo. Mi Mahe <3

Se dio la vuelta cuando yo justamente le estaba mirando.

- ¿Me ehtabah mirando er culo?

- ¿Y qué si no iba a mirar? No puedo resistirme...

- Shh chitón. Que ehtamoh en un sitio público.

Reí. Hablar así con él hizo que relajara un poco los músculos y descargar la tensión.

Iba a contestar a Mangel con otra gilipollez de las nuestras cuando vi que ella movió un poco la cabeza. Se removió en su cama y empezó a apretar los ojos.

Me levanté de mi silla de un salto y me acerqué a ella, apoyando las manos en su cama. Parecía como si se hubiera despertado una mañana como otra cualquiera, de forma perezosa. Subió los brazos con suavidad y se estiró un poco. Después, los dejó caer y abrió los ojos justo en mi dirección.

Nos miramos. Sus grandes ojos ocupaban todo mi espacio visual. Me miraban extraños, como si no supiera quién era, y yo le miré con expectación y un poco de miedo, tal y como me sentí en ese momento. ¿Qué me iba a decir? ¿Me perdonaría o se enfadaría conmigo?

Pero ella me mostró una gran sonrisa, sincera y alegre, como si se alegrase de verme. Esa sonrisa me llenó aquel vacío que no pude recuperar después de separarme de ella en el hotel, y yo sonreí. Me alegré muchísimo que estuviera tan bien y sentí el impulso de acariciar su frente. Impulso que terminé haciendo. Fue un segundo en el que nos miramos así, porque después ella apartó su mirada de mí, observando a la nada, y su sonrisa y el brillo de sus ojos se fueron. De su cara se fue la luz de su felicidad y se volvió oscura, oscura como sus recuerdos y su dolor. Puso una expresión sombría y vacía, y apartó la cabeza hacia el lado contrario a mi.

Caprichos del destino (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora