Durante todo aquel día, se notaba que intentábamos forzosamente ser de nuevo los mismos porque había algo en el ambiente que se notaba diferente. Rubén estaba un tanto raro, inquieto diría yo, y, por mi parte, mis sentimientos se sintieron decepcionados tras sus palabras. Bueno, él no quería novias ni ataduras, pero ¿eso implicaba que tampoco quería una relación "estable", sin formalismos? Mi cabeza estaba hecha un lío, pero eso tenía una sencilla explicación: me había hecho ilusiones con él porque... está bien, estaba enamorada, lo admito ya de una vez, y me gustó imaginarme levantarme todos los días junto a él en la cama entre las sábanas y sus brazos con un beso de buenos días. ¿Cómo sería el sabor de sus labios?
Pasé aquel día un poco deprimida y algo sola. Aunque pasamos aquel momentos juntos en el sofá, luego se fue a la habitación a hacer un vídeo para Youtube (no sabía para qué se fue a la habitación porque él siempre grababa en la habitación donde estaba el ordenador, pero bueno). De vez en cuando solía gritar o partirse de risa, cosas a las cuales ya estaba más que acostumbrada, y solía sonreír para mis adentros, pero esta vez no me sentía con esos ánimos. Permanecí en el sofá, donde él me había dejado tras nuestra charla, allí, pensando, desilusionada y un poco dolida.
Odiaba volver a estar así ahora cuando realmente quería seguir adelante. Quería seguir sonriendo y hacerme una limonada con todos los limones que me había dado la vida. Y todo esto me estaba pasando porque estaba basando mi felicidad en unos sentimientos y suposiciones que no sabían si eran ciertos, y ahora que él mismo me las había desmentido lo que ya había construido se vino abajo. Y no quería. Era un poco caprichosa y egoísta, pero quería volver a ser felíz, y si era con él mejor...
Era estúpida. Si quería algo y sabía cómo, ¿por qué tantas dudas? ¿Por qué no luchaba por lo que quería? Si le dijo a Carla que yo le había hecho pensar, a lo mejor también conseguiría que cambiase de opinión y fuera la única chica que le hiciera por fin feliz sentimentalmente y que volviera a confiar en el amor. Ya estaba recuperada, ¿no? Se acabó seguir siendo la chica débil y triste. Tenía que volver a ser yo, otra vez.
Por fin, sobre las 12 de la noche, Rubén se asomó por la puerta del salón, sonriente. Parecía que grabar su nuevo vídeo le había animado. Ya no estaba como antes. Me alegré. Yo también me mostré sonriente.
- Bueno -dijo estirándose-. Ya he terminado. ¿Qué te apetece hacer esta noche?
- Pues... lo que quieras -me atreví a decirle, juguetona.
- Me alegro de que digas eso, porque tenía pensado algo.. divertido -dijo misterioso.
- ¿Ah, si? Explícame.
Rubén me sonrió y se fue a la cocina. Cogió dos vasos pequeños. Después, me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera y me llevó hasta la habitación, donde colocó sobre la alfombra que tenía al lado de la cama los dos vasitos. Me ofreció con la mano que me sentara y obedecí. No estaba entendiendo nada. Se marchó y regresó con una botella algo grande de alcohol. Puse cara interrogante.
- Juguemos a un juego -madre mía, mi corazón se aceleró y solo estábamos comenzado. Recordaba exáctamente qué fue lo que pasó la última vez que me dijo aquello, pero tenía que ser decidida.
- ¿De qué se trata? -intenté parecer curiosa.
- ¿Has jugado alguna vez al "yo nunca"?
- No, pero sé de que trata.
- Perfecto. Entonces... ¿juegas conmigo?
Me lo pensé por un momento. El hecho de que hubiera decidido ser más coqueta y directa con él no quería decir que fuera a permitir cosas que fueran en contra de mis principios. Yo nunca he bebido más de la cuenta ni he sufrido ninguna borrachera porque no veía la diversión en beber y después vomitar hasta expulsar la comida de toda la semana. Este juego consistía en emborracharse, y seguramente al no estar acostumbrada a beber tanto se me subiría enseguida a la cabeza, por no hablar de las cosas que haría si estuviera borracha. ¿Y si me lanzaba directamente a por Rubén y nos acabábamos acostando? Al menos, me gustaría recordarlo y lograr un beso suyo por mis propios medios, y no porque el alcohol me hiciera delirar. Sin embargo, mis deseos por acercarme y por conquistarle en aquel momento estaban tan a flor de piel que decidí barajar la opción de entrar al juego.
ESTÁS LEYENDO
Caprichos del destino (ElRubius y tu)
Fiksi PenggemarLuces, destellos y una multitud caminando a toda prisa. Sonidos y voces que ensordecen el centro de Tokio. Carteles luminosos que ciegan la oscuridad de la noche. Gente caminando hacia todas partes. Soldados con pasos firmes yendo de un lado a otro...