Capítulo 14

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En las copas de los árboles se asomaban los primeros brotes verdes, anticipando la pronta llegada de la primavera. Los londinenses, que por semanas se vieron obligados a permanecer en sus hogares al resguardo del frío, finalmente podían salir a pasear bajo el tibio sol de marzo.

Y con el inicio del nuevo mes, las campanas de boda se oían a la vuelta de la esquina.

— ¿John ya le dijo?

— Sí.

—      Sí

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— Y... ¿Aceptó?

Recibió otro asentimiento.

— Vaya... Sherlock de padrino. Eso sí que quiero verlo.

Las mujeres caminaban por las ajetreadas calles de Londres, enfrascadas en su animada conversación.

— Yo también. Pero le tengo fe. Nos ha ayudado mucho con los preparativos. —dijo la rubia, deteniéndose frente a otro aparador.

Anabeth frunció ligeramente el ceño. Elegir centros de mesa y diseñar tarjetas no era algo en lo que el Mini-Holmes invertiría su tiempo.

"Incluso si lo hace por John, sigue siendo... inusual."

— Sherlock no es muy afín a los cambios, en lo que a su vida privada respecta. —analizó fríamente—. ¿Y si el atiborrarse de tareas mundanas tan solo sea un método de evasión para mantener su mente ocupada y obviar el hecho de que la vida en matrimonio cambiará las prioridades de John lo que eventualmente dejará su relación de amistad en un segundo plano?

Mary levantó la cabeza y volteó a verla con curiosidad. El semblante inexpresivo de la ojimiel cobró calidez, como si de una simple máscara se tratara.

— Quizá esté sobre analizando. —sentenció, concluyendo su propio monólogo—. Solo ignórame. Estoy divagando.

— Es difícil no hacerlo... —inclinó la cabeza a un costado—. ¿Por qué haces eso?

— ¿Hm? Lo siento. A veces pienso en voz alta. No puedo evitarlo.

— ¡No! Hablaba de pisar tus propias observaciones. Siempre las minimizas o te disculpas. Sí sabes que hay confianza, ¿verdad?

La ojimiel liberó un largo suspiro.

Sí, lo sé. Es solo que las personas por lo general no se sienten cómodas cuando digo lo que realmente sobre ellas. Así que simplemente elijo no hacerlo.

"Supongo que el interactuar con el enano del mal me está devolviendo los viejos hábitos."

— ¿Y te sientes bien con eso?

— ¿Si es bueno o malo? En realidad, no me importa. —dijo, indiferente—. Solo sé que es práctico y me mantiene alejada de problemas. Con los años te acostumbras.

Mary le sostuvo la mirada por unos momentos antes de volver su vista al frente, pensativa. Su amiga tenía un punto. Cada persona tenía una doble cara, la cual cambiaba según con quien estuviera interactuando. Ella mejor que nadie podía dar fe de ello, lo que a su vez la convertía en la menos indicada para juzgar.

Elemental, querido Holmes - (Mycroft y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora