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au. violencia. sexo. etc. angst.
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-¡Draken!- gritó Nobara con tanto miedo y tanta desesperación que la voz se le quebró. El rubio yacía en el suelo sosteniendo a uno de los imbéciles con los que estaba peleando hacía un rato. Estaba sentado encima del cuerpo del infeliz y le sostenía las muñecas. Alzó la mirada para verla a ella y sonreírle de oreja a oreja con completa sinceridad.
-¡Vas a estar bien Nobara! Mikey se va a asegurar de eso- le gritó a la fémina regalándole una última sonrisa y haciéndole un gesto a su mejor amigo, Mikey, para que se la llevara de allí.
-¡Nos fuimos! Está llegando la policía.
Mikey tironeó de ella hasta que se levantó de donde se encontraba arrodillada y comenzó a arrastrarla del lugar con todas sus fuerzas.
-No me quiero ir Manjiro, no quiero dejarlo- le suplicó a Mikey, pronunciando su nombre, haciéndole entender lo seria que estaba siendo.
-Perdón Nobara, pero voy a cumplir la voluntad de Draken por más que sea lo último que haga y eso significa mantenerte a salvo.
-¡Carajo!- gritó una vez más completamente rota, corriendo agarrada del brazo de su amigo, aferrada a él como si fuera a desmayarse en cualquier instante.
Corrieron escuchando las sirenas de la policía que comenzaba a retumbar en lo más profundo de su ser. Corrieron hasta que dejaron de pensar y se encontraron a salvo. Todo estaba mal. No podía ser posible que Draken se entregara. De tan sólo pensarlo le recorrió un escalofrío de la cabeza a los pies a Nobara y se sentó en la calle a llorar desconsoladamente como una niña que necesita a su madre para volver a sentirse bien. Se abrazó las rodillas y se aferró a ellas hundiendo su rostro entre sus piernas para que nadie la viera quebrarse pedazo a pedazo. Le dolía el estómago y el pecho. Sentía un malestar físico en todo su cuerpo y no podía parar de temblar.
-No puedo... respirar- masculló entre bocanada de aire y bocanada de aire que intentaba tomar. Estaba hiperventilando y teniendo un ataque de ansiedad. Mikey la abrazó en silencio y le pidió que contara del uno al cuatro para disminuir su ansiedad. Se quedaron así un rato largo.
Quería morirse. Realmente quería morirse. Había perdido nuevamente la luz más grande de su vida. No tenía ni puta idea cómo iba a salir de ésta y tampoco le importaba.
-¡Nobara!- gritó el rubio intentando hacer que reaccionara.-¿Te pensas que no me duele? Es mi puto hermano, mi mejor amigo, mi jodido pilar... no sos la única a la que se lo arrebataron...
Mikey jamás gritaba. Por nada en el mundo elevaba la voz de aquella manera a la gente que más quería y apreciaba. Nobara lo observó abriendo sus ojos de par en par y entendió que estaba siendo egoísta.
-Perdón, dios, perdón...
Lo abrazó con todas sus fuerzas y lo dejó llorar en su hombro sin decirle más nada. Mikey lo había perdido todo, sus padres, su hermano mayor, su hermana menor y ahora... su mejor amigo.
