+18|INUPI|

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au. religión de dudosa moral. sexo. angst.

✧\(>o<)ノ✧

—Necesito saber qué estás haciendo en misa cuando sos la persona más atea que conozco-Brasmó Kazutora soltando un bufido burlesco mientras chasqueaba la lengua y cruzaba sus brazos mirándola de arriba a abajo.

—¿Huh?, el sacerdote de la iglesia es Seishu Inui, por lo tanto...  ahora sí soy católica—Le contestó la muchacha de trenzas largas con un tono aburrido como si lo que estuviera diciendo fuera más que obvio y no necesitara explicarse con más profundidad.

—Estoy de acuerdo con ella por primera vez en la vida—Murmuró un Mitsuya entretenido que se encontraba sentado detrás de ambos dos. Tenía la mirada fija en el sacerdote que estaba dando la ceremonia unos metros delante de ellos.

—Eso es porque te lo queres levantar vos también—Murmuró la pelilargo cruzándose de brazos cual niña de jardín de infantes sabiendo que tendría que competir con su mejor amigo para llamar la atención del cura. Mitsuya soltó una risa.

Baji, que estaba sentado delante de aquellos tres, se dio vuelta con el ceño fruncido. Había estado escuchando la conversación en silencio intentando no intervenir, pero había fallado enormemente. Tenía que internvenir.

—¿Están todos enfermos de la cabeza o sólo me parece a mí?— Susurró en un grito ahogado y a continuación fue golpeado por su madre quien estaba a su lado intentando escuchar al Padre Seishu. 

—Padre nuestro que estás en los cielos...-Comenzó a rezar el sacerdote alzando ambos brazos con una pequeñísima sonrisa plasmada en el rostro.

Lo que nadie sabía es que podía escuchar la conversación claramente. Estaba absolutamente tentado y sólo quería reírse, pero se compuso enseguida para no quedar en completo ridículo en frente del resto de los presentes. La iglesia le siguió como un coro mientras rezaba. Luego, todos se levantaron y se prepararon para tomar la eucaristía. 

Misato se levantó tan rápido que sintió como le bajaba la presión. Sintió un cosquilleo recorrer su espina dorsal mientras sentía como sus oídos dejaban de escuchar el ego de la muchedumbre. Se colocó en la fila y esperó ansiosa su momento mientras tomaba respiraciones largas y profundas.

—El cuerpo de cristo-Habló Inui cuando la tuvo en frente. Alzó su brazo con la puta hostia en la mano y esperó a que ella contestara mientras la miraba fijamente. Esbozó una sonrisa sin querer a lo que la morocha tuvo que contener la respiración.

—Amén- Suspiró con falta de aire la susodicha.

El padre Inupi estiró su brazo delicadamente y colocó la ostia dentro de la boca abierta de Misato. Los dedos de él rozaron sus labios sin querer y mientras lo hacía Misato creyó que iría a desmayarse. 

TOKYO REVENGERS // ONE SHOTsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora