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au. drogas. alcohol.
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La primera vez que lo ví sentí una inmensa tranquilidad azotarme el cuerpo entero. Fue tan intenso que tuve que obligarme a no gritar. Se trataba de una sensación que no sentía desde que era una nena inocente en los brazos de mí mamá.
Fue en ese momento que algo adentro mío se acomodó. Se sentía como si toda mí vida hubiese estado buscando inconscientemente sentir lo que sentí en el momento que lo ví.
Era de noche y había algo que envolvía a la ciudad, algo inexplicable, como un manto de inocencia y locura al mismo tiempo. Me sentía sola en aquel momento de mí vida y por ende pensaba que lo arreglaría embriagandome y asistiendo a cada rincón de la ciudad. Rincones en los cuales los jóvenes se encontraban conformes habitando sus propias pieles.
Hacía dos meses que había decidido mudarme. Conocía ciertas caras y lugares, pero sabía y presentía que toda mí vida jugaría el rol de extranjera por más que llegase a conocer cada espacio y cada persona a la perfección.
Mitsuya en cambio, parecía que encajaba a la perfección. Su rostro relajado, sus cejas tajadas descansando tranquilas, sus ojos rasgados que a lo lejos parecían grises, cómo iba vestido... Portaba una elegancia clásica en su caminar y en sus prendas que lo volvían dueño de cada espacio que habitara. De todas formas lo que más me llamó la atención fue su sonrisa. Fue lo primero que noté y fue lo que causó que una paz caótica se desatara dentro mío. Eso me atrajo a él en un comienzo. Estaba atraída a la sensación de conformidad y protección que generaban en mí persona un consuelo y un sociego tan grande que por un momento me olvidé de mí tristeza y de mí soledad.
-Eh, te quedaste absorta en las nubes un buen rato- me dijo de repente Kazumi que acababa de acercarse y ya estaba picando el polvo blanco para chuparlo y ofrecerme a continuación pasando un dedo por mis encías. Lo acepté con gusto abriendo mí boca y envolviendo mí lengua en su dígito. Alcé mí mirada y descanse mis ojos en unos grises que me miraban con interés y diversión.
-¿Alguna vez te enamoraste a primera vista Kazumi?- le pregunté mirándola a los ojos.
-Para mí no existe eso, pero sí creo en el deseo a primera vista... Ese deseo que te carcome por dentro cada vez que vez a esa persona- me comentó acabando el polvo.
Me hizo reír un poco porque puso una cara cómica y comenzó a girar una y otra vez.
-¿Quién es él?
Kazumi era mí guía turística y conocía no sólo a las personas indicadas, sino que también sabía todo lo que había que saber sobre la ciudad.
-¿Mitsuya? Es un buen chico, sólo se que se mudó hace un año con su hermano y el pobre se suicidó en navidad.
