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au. alcohol. ex to lovers.
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Eran pasadas las doce de la noche cuando llegó al bar. Ni bien entró pudo divisar unas cuántas caras conocidas, algunas de las cuales le causaban rechazo y otras felicidad. El bar estaba poblado hasta la médula, aún así sus ojos escanearon el lugar con rapidez buscándolo. No lo encontró. Mientras sus ojos divagaban por el lugar pudo observar a un Baji muy molesto siendo obligado a bailar en el centro de la pista por un Chifuyu borracho rebosante de energía y alegría. Dicha escena le estrujó el corazón y se dirigió a la barra para intentar ahogar sus emociones para que las mismas no afloraran.
—Mina... un placer verte por acá—La saludó con una sonrisa Shinichiro—¿Qué vas a tomar?
—Lo de siempre... veo que estás bastante ocupado—le dijo ella soltando una risita—.Atender a ese grupo de tarados no debe ser nada fácil, te felicito...
—¿¡De qué grupo de tarados estás hablando Mina?!—Le gritó un Mikey tan ido por el alcohol que no pudo evitar soltar un eructo.
El grupo de tarados consistía en Mikey, el hermano de Shinichiro, Draken, Takemichi, Kazutora y Mitsuya.
—Hermoso verte Michael...
—No busques pelea Mina por favor te lo ruego éste infeliz está tan borracho que es capaz de hacer una locura—le pidió un Draken agotado señalando a Mikey con su cabeza.
Mientras mina observaba la escena con diversión y el cejo fruncido dispuesta a pelear con quien tuviera que pelear divisó por lo lejos una figura que le llamó la atención. Rodó los ojos y se bajó de un sólo trago el vaso de whiskey que Shinichiro le había dado. No podía creer su suerte.
—Infeliz de mierda nunca viene a ningún cumpleaños y ahora aparece como si nada—Comenzó a murmurar para sí misma tras haber divisado a Ran Haitiani a lo lejos. Ni más ni menos que su ex novio. Planeaba ponerse tan en pedo como para no recordar nada el día de mañana.
Draken soltó una carcajada al escucharla.
—¿Todavía no lo superas o qué pasa?—Le preguntó sonriendo lascivamente.
—¿Todavía seguís de niñera de michael o qué pasa?— Le contestó Mina con veneno.
Ran fue y siempre sería su puto punto débil.
Decidió continuar bebiendo y escuchando las conversaciones de sus alrededores mientras acotaba algún comentario tajante de tanto en tanto. De un momento al otro un extraño se acercó a ella y comenzarón a conversar. Era un hombre alto, delgado, lleno de tatuajes y su nombre, aunque seguro falso, era Ramei.
