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El jugo sobre su mesa había pasado a segundo plano y el sándwich que antes estaba comiendo, igualmente. No tenía apetito y llevaba un rato ya distraído.
Las personas pasaban de ahí para allá junto a aquellas parejas acarameladas tomadas de las manos que le causaba girar los ojos con fastidio. Incluso comenzaba a dolerle la cabeza. Sus amigos parloteando a su lado y el chico que tenía colgado del brazo se le comenzaba a hacer tedioso. No tenía interés alguno en escuchar a Pete hablando de lo enamorado que estaba o de como Ray pasaría su San Valentín abrazado con su novia.
Le parecía ridículo pensar en el amor, incluso si sus padres habían pasado ya una vida juntos teniendo detalles románticos entre ellos cada fecha especial. O si sus amigos se veían enamorados de sus parejas y hablaban como estúpidos al celular.
Le seguía pareciendo ridículo el perder la cabeza por alguien por una sonrisa o un beso. Probablemente eran los pensamientos un adolescente con ganas de llamar la atención o algo. Algún día quizá se tomaría el tiempo de ir al psicólogo y preguntárselo.
Tal vez solo tenía miedo de pasar por una ruptura amorosa que dejaría claramente marcas a futuro o de nunca olvidar a su primer amor y terminar llorando como un tonto en su habitación. Había visto a sus dos amigos pasar por un periodo de corazones rotos y desamor que, si ponía las cosas en una balanza, no valía tanto la pena.
Todas las pláticas y cosas que había escuchado sobre el amor se seguían sintiendo como una fiesta a la que todavía no había sido invitado. Y no se extrañaba de eso, siempre era quien le cortaba las alas a cualquiera que quisiera llegar más lejos de lo que podía ofrecerles, como pensaba hacer con ese chico llamado Daniel que tenía a su lado. No le interesaba una relación con él y después de haberse acostado un par de veces creía que tenía suficiente.
—Tenemos que hablar —mencionó de repente.
El chico castaño le miró con sus grandes ojos café y la mueca en su rostro le hizo saber que entendía lo que venía.
—Dime Frank… —soltó su brazo y se sentó correctamente sobre su lugar.
—Voy a ser directo contigo ¿está bien? —Él asintió—. Ya no quiero salir, ya sabes, que sigamos con esto… yo no estoy buscando eso ¿sabes? Una relación y ese tipo de cosas.
—Yo…yo creí que la otra noche… —Frank le interrumpió, pues sabía a donde iba aquello.
—¿Creíste que porque fuiste a mi casa y casualmente cenaste con mis padres ya era serio? —soltó una risa de forma burlona al final mientras cruzaba sus brazos y negaba.
—Bueno… tu madre dijo que tu nunca habías llevado a nadie y…
—Yo sé lo que dijo mi madre. Pero tienes que darte cuenta de que solamente cenaste junto a nosotros porque mis padres regresaron antes de tiempo. No pudiste irte y claramente te atraparon. Nada del otro mundo.
