16: Un arcoíris en mi

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Esa primera noche que salimos formalmente estuvimos de pie frente a tu puerta

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Esa primera noche que salimos formalmente estuvimos de pie frente a tu puerta. Estabas tan nervioso que no encontrabas tus llaves, entonces me atreví y te besé. Fue un beso dulce y lento, tan solo nos mantuvimos así, con tus labios pegados a los míos como dos imanes.

—¿Te gustaría… pasar?

Me viste a los ojos mientras con tu sonrisa tímida de niño pequeño esperabas una respuesta. La timidez en tu voz solo me hizo adorarte más.

—Disculpa el desorden, es solo que… no he podido limpiar bien.

Le resté importancia y caminamos hacia tu sala de estar. La verdad es que no me importaba qué haríamos, solo quería que la noche no terminara.

—¿Te gustaría ver una película? Tengo El gran Gatsby, Media noche en París, aunque también podría ser Mr. Nobody si te gusta la ciencia ficción. ¡O podemos ver un musical! 

—Tranquilo, realmente no importa mucho, solo… quiero estar aquí contigo —tomé tu mano con suavidad y te atraje hacia mí hasta que te sentaste a mi lado.

—Yo también… —Sonreíste y me besaste despacio mientras mis manos abrazaron tu cintura.

Al final, terminé cediendo a ver cualquier película, aún sabiendo que estaría más ocupado mirándote a ti. Porque siempre había sido así, siempre ocupaste mi mente antes que cualquier cosa, y cautivaste mi atención.

Tnscurrieron unas horas o algunos minutos no lo sé, contigo el tiempo es incierto. Entonces, observé tu rostro, desde tus hermosos ojos esmeralda custodiados por esas largas pestañas, luego seguí mi camino viendo tu hermosa nariz respingada que tanto me gustaba, miré tus labios, suaves y apetitosos que pedían a gritos ser besados. Tú me miraste de la misma forma, así que sabiendo lo que ambos queríamos, lo hice, me impulsé hacia ti y te besé por segunda vez esa noche. El beso era lento y placentero, un beso que me hacía volar y latir el corazón más rápido.

—Me… gustas… —susurraste en medio de aquel beso. Tus ojos preciosos siempre me hacían perderme a mí mismo.

—Tú me gustas a mí —respondí con seguridad.

Nuestra respiración se hizo más pesada mientras más cerca estábamos.

Llevaste tus manos hasta rodear mi cuello con ellas y yo llevé las mías a tu cintura. Abriste tu boca y pasaste tu lengua sobre mis labios, pidiendo permiso para entrar, así que abrí mi boca y mi lengua se encontró con la tuya. Acariciándose y danzando juntas, el beso se tornó cada vez más caliente, que necesitaba sentir tu piel.

Bajé mis besos con suavidad a tu cuello y llevaste tus manos a acariciar mi pelo al mismo tiempo que soltaste un suspiro largo. Tu piel sabía dulce pero tus labios eran como mi oasis, subí de nuevo a ellos y mordiste mi labio inferior estirandolo y sonriendo después.

Entre sonrisas cómplices y miradas anhelantes las caricias se tornaron más intensas. Fue tan perfecto cuando subiste a mi regazo y tomaste mis manos entre las tuyas, pero empezaste con un vaivén lento en tus caderas sobre mi miembro, creando una fricción increíble... tan perfecto, que me derretí de placer por ti.

FRERARDTOBER 2021Where stories live. Discover now