19: El Artista de Tatuajes

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En la 35 de Queens se encontraba aquella enorme tienda de tatuajes propiedad de un inmigrante italiano, que lo heredó a su hijo y que ahora estaba siendo heredado a la tercer generación familiar

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En la 35 de Queens se encontraba aquella enorme tienda de tatuajes propiedad de un inmigrante italiano, que lo heredó a su hijo y que ahora estaba siendo heredado a la tercer generación familiar. Especializado en hiperrealismo y old school.

Hacerse un tatuaje en dicho lugar podía conllevar desde 8 hasta 12 meses pero valía completamente la pena. Frank había sido apasionado del tatuaje desde que pudo tomar un crayón en sus manos y pudo imitar los cientos de dibujos que decoraban su casa.

A los 14 años recibió su primer maquina para tatuar y todos sus amigos obtuvieron un bonito tatuaje por tan solo 3 dolares y un par de cigarrillos, también obtuvo una expulsión de dicha escuela y tuvo que tomar clases en la única escuela del lugar, una secundaria católica que terminó por despejar sus dudas y aclarando su bisexualidad.

—Quiero estudiar psicología. —Fue lo que dijo una tarde en la mesa recibiendo una negativa por parte de sus padres.

—No tenemos el dinero suficiente y te negaron las 4 becas que solicitaste. Tendrás que trabajar y esperar al siguiente año si quieres hacerlo.

Esa noche lloró y gritó, maldiciendo a su propio padre por negarle estudiar lo que tanto quería pero tuvo que aceptar que su mala conducta lo había dejado fuera de cualquier beca y tendría que continuar tatuando para lograr entrar a la universidad.

—Eres un maldito maestro del tatuaje no entiendo como quieres irte a una escuela y perder tus mejores años para entrar al jodido sistema y morir de viejo, enfermo y sin dinero —se quejó su mejor amigo y compañero de tatuajes.

—No lo entenderías, amo tatuar pero quiero hacer esto. No sabes lo interesante que es la mente humana y como puedo ayudar a niños a superar temores o a adultos que tienen miedos. Aparte, después de tantas horas escuchando historias mientras entinto pieles me han demostrado que sirvo para escuchar y ayudar —respondió um melancólico Frank.

Su amigo insistió durante toda esa semana que entrar a la universidad no era para nada bueno y que ganaría más haciendo un bonito dibujo que dando terapia a niños chillones y adultos fetichistas.

Mientras todo eso sucedía, en la 38 de Queens vivía Gerard. Un joven estudiante de artes con fobia a las agujas y una deuda enorme en la universidad; después de haber llevado a su primer y único novio a la cena de navidad y que sus padres lo sacaran de su casa a media noche y cancelarán todas sus tarjetas y su fondo escolar.

Bert no era del todo malo como sus padres le había dicho. Era un futuro psicólogo, amante de la tinta y que trabajaba con veteranos de guerra por las tardes y si, era un chico. Cosa que sus padres recalcaron un millón de veces y era uno muy gay, pero Gerard lo amaba e incluso lo acompañaba a sus sesiones de tatuaje aún que le aterrara ver todo eso.

—Mi cita es en 2 semanas amor, no puedo perderla. Tardé 1 año en entrar a esa maldita lista y espere 3 meses para nuestro tatuaje y no puedo permitirme perderlo, por favor llega puntual —pidió su novio recibiendo una afirmación entre besos.

FRERARDTOBER 2021Where stories live. Discover now