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Frank llegó totalmente cansado a la casa que compartía desde hacía años con Jamia, su esposa, después de dar ciertos exámenes en el colegio donde él trabaja como profesor de biología. Había sido un día exhaustivo.
Ser profesor era el trabajo que siempre soñó desde era un niño y sus padres siempre lo apoyaron. Había estudiado en la universidad para poder convertirse en lo que siempre quiso ser y lo logró.
Cuando empezó a trabajar en el colegio con sus amigas, Sofía y Johanna, sus primeros días habían sido muy emocionantes. Los alumnos lo adoraban e incluso los llevaba de vez en cuando a una excursión en el museo de biología.
Al haber cumplido sus primeros meses como profesor de biología, Margaret, la directora del colegio, hizo una asamblea de maestros. Esto con el propósito de presentar al nuevo profesor de arte. Se trataba de un hombre joven, tenía casi la misma de edad de Frank y según la directora, lo llamó como “la joven promesa del arte contemporáneo”.
Mientras hacía la presentación, el nuevo profesor se rió muy avergonzado y Frank se dio cuenta que él era muy tímido. Sofía le contó a la directora que le costaba sacar conversación, aunque ella ya lo había notado.
—Estoy segura que vas a ser un gran maestro, al igual que todos los que trabajan aquí. Debes saber que tenemos de las mejores educaciones en el país.
—Muchas gracias, señora Benedetto. Le aseguro que me voy a esforzar en hacer lo mejor que pueda mi trabajo.
Frank se había cautivado al ver a ese chico por primera vez en el mismo colegio. Sofía que ya lo conocía, le contó a Frank más detalles sobre su persona, pues veía el interés grabado en su rostro.
—¿Y es una buena persona?
—Es super amable, Gerard, es realmente encantador. Estoy segura que va a agradarte mucho cuando lo conozcas.
Frank asintió y decidido se propuso a conocer más al maestro. Pues, fuera de que le gustaba llevarse bien con todos sus compañeros, había cierto interés… que iba más allá de lo convencional. Y por supuesto que aquello hizo que su vida sentimental… comenzara a girar.
Volviendo al presente, durante los últimos tres años, Frank había notado algo raro en Jamia. Las veces que la invitó a pasar las vacaciones en Miami, ella se negó. Lo que le resultó bastante extraño, pues desde que se conocieron, nunca se negaba. Además, siempre decía la famosa excusa de que iba a estar ocupada en el trabajo, o que iría con sus amigas a comer, cuando Frank bien sabía que después de haberse peleado con todas sus amigas, ya no tenía más y que siempre había estado feliz de ir de su brazo a cualquier lugar.
