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¿Vendrás esta noche amor?
Por supuesto. Ahí estaré, no te preocupes princesa.
Te amo <3
Y yo a ti.
Releer sus mensajes solo quebraba más mi corazón. Mientras una cama de lágrimas se formaba debajo de mí, arropándome con sus brazos y pintando con tinta azul mi corazón. Pues cada fuego que encendí comenzó a volverse gris. Ese fue el momento en el que lo supe. Todo terminó. Y ahora estoy roto esperando que lo sepa o al menos lo sienta. Pues no hay manera de rebobinar. A menos que sea, al momento en que lo supe. Y mientras sigo envuelto en esta tormenta, dejo que ese tsunami me arrastre de nuevo hacia allá. Pues debió haber estado ahí.
—¿Cómo luce este vestido? Es que, quiero algo bonito, pero ya saben, sin exagerar —salí del probador y me paré frente a mis amigos. Ambos levantaron sus cabezas y sonrieron al verme. Pero él, sonrió más que ella.
—Gerard, no cumples dieciocho todos los días. La fiesta será grande, invitaste a media escuela. Además, te ves muy bonito —sonrió él con esos ojos dulces. Ella se levantó y caminó hasta mí para rodearme.
—Si no usas ese vestido, será una injusticia de moda. Además, me dijiste que querías impresionar al amor de tu vida. No se ven hace meses.
—La universidad… ya sabes, muchas cosas que hacer —lo excusé negando y viendo nuevamente el espejo frente a mí.
—New Heaven no está del otro del país, de hecho, está a tan solo unas dos horas, hora y media —habló el castaño detrás de nosotros—. Quiero decir, yo… si vendría… ¡a ver a mi familia! Mamá estaría triste y eso… uhmm ¿quieren helado? Voy por helado —mencionó nervioso y se levantó para salir de la tienda antes de poder contestarle algo. Mi mejor amiga se rio.
—Está enamoradísimo de ti —yo la empujé ligeramente volviendo al probador—. Es cierto y tú lo sabes.
—Claro que no, somos amigos los tres desde hace mucho. Y las relaciones entre amigos siempre acaban mal, porque sabes demasiado del otro.
—¿Y eso qué? Te recuerdo que a ti te gustaba al principio. ¿No es por eso que nos hicimos amigos? Te acercaste con planes de enamorar a mi mejor amigo y te volviste mi mejor amigo también —me reí intentando subir el cierre del vestido.
—Eso fue hace mucho, además, ya estoy con alguien —salí con la intención de que me ayudara a subir el cierre, pero en seguida negó.
—No, no, ese no, pruébate el rojo —giré los ojos volviendo adentro para ponerme el otro vestido.
Me coloqué el que había dicho ella, con algo de dificultad pues alcanzar el cierre también. Era el vestido de fiesta perfecto, el rojo era el indicado y se ajustaba de una manera muy bonita a mí.
