Capítulo 24

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Sin embargo, la aseveración de mi primo regodeándose de la férrea seguridad de su residencia se vió a prueba en los pocos días que siguieron.

Ni mi esposa ni yo estábamos hechos para la vida en la corte, sus intrigas, juegos políticos y absurdos protocolos empezaron a cobrarnos el precio a la mañana siguiente. Mi mocita fué llamada a la presencia de la reina en cuanto terminamos nuestro desayuno y ambos sabíamos que negarse a su llamado no era una posibilidad. Sin embargo, tenía plena confianza que mi bruja sabría jugar o al menos bandear a las harpías que conformaban parte de las damas de compañía de la reina.

-Lady Callen se encontrará bien su excelencia, tiene el fuego suficiente para poner en su lugar a cualquiera y el suficiente cerebro para no pasar la raya del decoro. La reina quedará encantada con ella estoy más que seguro que le dará su favor.— dijo Peter mucho más de lo que yo me sentí.

-O la aborrecerá en cuanto la vea.— dejé escapar un frustrado suspiro, solo imaginar que mi mocita perdiera la cabeza en frente a la reina era algo que me tenía al borde. La reina Charlotte se regodeaba en las desventuras de sus acompañantes y una de sus formas de entretenimiento eran las intrigas y se mantenía informada de los rumores con los que sus damas le traían, cada uno más escandaloso que el otro con el solo afán de ser su favorita, aunque fuera por un día.

-La reina tiene un sentido del humor peculiar se pudiese decir, pero nunca se ha hablado que sea inusualmente cruel o injusta.—Murmuró mientras cepillaba mi abrigo.

-Pero Catherina es increíblemente hermosa aunque no sea consciente de su belleza y aunque Charlotte es una rosa inglesa, su clásica belleza no podría ser suficiente para apaciguar sus celos si estos llegasen a ser despertados.

Me estaba empezando a sentir frustrado podía manejar teorías, teoremas, operaciones matemáticas de lo más complejas, inclusive podía adivinar el carácter de un hombre al cabo de una breve conversación. Sin embargo, desde que la mocita entró a mi vida descubrí que quien sea que pueda desentrañar los misterios de una mujer tendrá el descubrimiento más grande después de Newton.

Sacudí mi cabeza sabiendo que no había nada que pudiera hacer por el momento y que Isabella era mucho más fuerte de lo que yo incluso pensaba. Con esto en mente me encaminé a tener un licencioso y aburrido día de la corte anhelando el momento en que volviera a estar reunido con mi esposa.

......

Seguí al pomposo pavorreal que asignaron para convocarme ante la reina y su sequito, no podía negar que estaba aprensiva y un poco nerviosa, creo que no era para esperar que mi mente fué un caos después de los acontecimientos de los últimos días, mi padre apareciendo, mi apresurada boda, el nuevo intento de pedido, nuestro viaje para solicitar la protección del rey. Podía sentir como el control de mi vida se me estaba escapando de las manos y era una sensación a la que no pensaba acostumbrarme.

En mis primeros años de vida fuí moldeada para ser parte de la corte, mamá me había hablado sobre los juegos e intrigas que se cuecen en este ambiente, de la maldad que muchas damas ocultan detrás de serenos rostros o de los bajos instintos ocultos tras un abanico de mano.

Bufé frustrada, debería reconocer que estaba un poco nerviosa, no todos los días se conocía a la reina. Mis manos alisaron las inexistentes arrugas del vestido, en el que María me había enfundado en cuanto el edecán se detuvo antes elaboradas puertas de la sala de estar de la reina y sus damas.

En cuanto atravesé las puertas flanqueadas por los guardias personales de la reina, se hizo el silencio y todas las miradas se posaron sobre mí. Recordé que era la nieta de un rey cuya riqueza se rumoró era mucho mayor que la corona inglesa, y erguí mis hombros antes de hacer una reverencia tan perfecta que seguramente hubiera hecho a Alec muy orgulloso.

Flor Salvaje Donde viven las historias. Descúbrelo ahora