Capítulo 21

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Apresuré el paso protegiendo la espalda de mi mocita de los peligros que podrían asecharnos fuera de las paredes de mi pabellón y cerrando la puerta apresuradamente para colocarme frente a ella y escudarla de los peligros que habitaban tras sus paredes, la furia que irradiaba mi madre. Sabía que estaba a punto de desatarse una tormenta, se podía sentir en la creciente pesadez del recibidor, mi madre parecía una loba enjaulada mientras paseaba de un lado a otro murmurando para sí misma palabras ininteligibles.

Mi bruja la miraba fríamente, esperando sin duda el primer movimiento de mi señora madre sin embargo, el pequeño temblor de su mano en la mía me dejaba saber que el incidente del carruaje aún la tenía afectada.

Iba a romper el incómodo silencio cuando mi madre se detuvo de pronto e inició su ataque.

-¿A qué estás jugando Alec? ¿Cómo te atreves a abandonar la fiesta sin despedirte de nuestros invitados y a no aparecer en todo el día? ¿Sabes los rumores que has levantado? ¡Tú reputación quedará tan arruinada como la de la cualquiera con la que te revuelcas!.—Su voz tomaba mayor volumen con cada frase que escupía sin importarle las murmuraciones o su intachable reputación si una de sus invitadas la escuchaba.

-Vieja arpía… —sujeté a mi esposa, por la cintura cuando se abalanzó contra mi madre haciendo que mi corazón se acelerara por la guerra que se desataría en pocos segundos ya que la experiencia me decía que mi madre no dejaría pasar esta afrenta y querría cobrárselas con creces.—Bruja ponzoñosa.— los epítetos que salieron después de la boca de mi esposa podrían hacer sonrojar hasta a un curtido marinero por lo que arriesgué perder un par de dedos al colocar mi mano sobre su boca para evitar que prosiguiera.

-¿Vas a dejar que me hable así? ¿A mí? ¿a tu madre?.—Colocó su mano sobre su amplio escote en gesto de sorpresa y luego se dirigió a mi esposa.— Soy la duquesa de Callen muchacha insolente e igualada.

-No, lady Victoria la duquesa de Callen… soy yo.—espetó con sorna y suficiencia digna de una reina.

Ambas mujeres se midieron por lo que pareció una eternidad, los ojos verdes de una fijos en los castaños de la otra. Era como ver una lucha de dos leonas peleando por un territorio, parecía que en cualquier momento una de las dos saltaría a la yugular de la otra y se despedazarían. De pronto la cosa más extraña del mundo sucedió algo tan insólito que me dejó perplejo.

Mi madre sonrió y sus ojos se posaron en los míos con una mirada cargada de orgullo. No era la usual sonrisa que tenía el poder de helar la sangre, esta era una sonrisa que no reconocía, era una sonrisa que nunca había visto en el rostro de mi señora madre y mucho menos ese tipo de mirada nunca fué dirigida a mi persona.

-Bien hecho Alec, me has encontrado un excelente reemplazo Catherina será una gran duquesa digna de llevar el nombre de la casa de los Callen. Por un tiempo pensé que no viviría para verlo o que terminarías con alguien muy por debajo del nivel necesario. Dile a Peter que envíe a mi cochero a preparar mi carruaje, ya los otros invitados se han retirado como era de esperar después de la desaparición del anfitrión.— mi madre se giró encaminándose a las escaleras pero la pregunta de la mocita la detuvo en el tercer escalón.

Mi señora madre se giró con su acostumbrada gracia y se sujetó al fino pasamano de madera.

-¿Por qué lady Victoria?.—La mocita la miró con recelo como si estuviese esperando que mi madre sacara algún como bajo la manga, pero con solo la mirada de mi madre supe que no había fuego detrás de las palabras que pronunció.

-Tienes sangre francesa no lo entenderías aunque seas mitad inglesa, Alec es inglés y no lo entiende, ninguno de los dos lo haría. — y con esto siguió caminando hasta perderse de vista.

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