Capítulo 20

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Sus párpados abanicaron sus mejillas mientras tomaba un gran aliento, después de cuadrar sus hombros su reluctante mirada se encontró con la mía por lo que me pareció una eternidad, incluso llegué a pensar que no diría nada hasta que su suave voz sonó.

-No sé por dónde empezar...—permaneció callada unos momentos más y luego su mirada se fijó en la abierta ventana pero sabía que sus ojos miraban el pasado.— Mi abuela era una de las preferidas predilectas del rey, dicen que lo hacía reír y que junto a ella era un mejor hombre, un mejor soberano. La amaba tanto que cuando supo que había concebido un niño le buscó un esposo rico, poderoso y fiel a la corona para que fuese criado como el príncipe que debió haber sido y que la tratase como a una reina, pero sobre todo que se hiciese... se hiciese el ciego al hecho que su esposa seguiría compartiendo la cama con el rey. Sin embargo no fue un niño lo que nació de su unión sino una niña, mi madre. Y aun así el rey estaba exultante de alegría, muchos dicen que el rey quería más a mi madre, quien era su "ahijada" que a sus propios hijos. Por eso la casó con un noble inglés a la primera señal de los inicios de las insurrecciones. Tenía que protegerla de sus propios hijos y de las intrigas de la corte francesa.

Volvió a quedarse en silencio largo tiempo y yo no me atreví a desviar mi atención de sus tristes y melancólicos ojos por miedo a perderme cualquier pequeña emoción que se reflejase en ellos.

-El rey murió antes que yo naciese, mi madre tuvo varias pérdidas antes de darle el anhelado heredero que mi padre deseaba, lastimosamente de esa unión también salió una niña y mi padre no se mostró tan alegre como el buen rey. Aunque amaba a su esposa, el saber que no podría darle más hijos creó una brecha entre ellos.—en sus labios se formó una triste sonrisa.— Mi padre no tardó en tomar por amante a una joven viuda con dos hijos, lo que probaba su fertilidad.-la amargura en su voz no se ocultaba.- Poco después mi madre y yo empezamos a sufrir accidentes que podrían habernos matado, la salud de mamá decaía cada día así que mi padre decidió confinarnos al campo ya que seguramente el aire fresco ayudaría a mejorar a maman. La viuda Masen vino una vez de visita a nuestro pabellón, yo podía tener unos ocho años, habló con mi mamá y esa noche cuando cayó una gran tormenta... Mamá me sacó apresuradamente de la casa con nuestras joyas y los regalos que mis abuelos le habían enviado a lo largo de los años y nos refugiamos en el bosque. La casa ya no era segura. Mi padre había enviado al mismo demonio convertido en mujer para que fuese nuestra carcelera mientras paría a sus hijos.

Se levantó de golpe y empezó a pasear por la habitación como un león enjaulado.

-Nuestros sirvientes se volvieron contra nosotras, los esbirros de la viuda nos persiguieron durante días en el bosque hasta que nos dieron por muertas. Mamá era una mujer de muchos recursos, sí tenía muchos recursos para ser la hija bastarda del rey de Francia. Los espiábamos y así nos enteramos que la hija bastarda de la viuda ocuparía mi lugar y que mi padre fué libre para casarse con ella y volver legítimo el heredero bastardo que ella le dió.

En sus ojos brilló tanto el desprecio que me hizo estremecer.

-Mi madre quería que estuviésemos ocultas hasta que pudiese reclamar mi herencia y el dote que el rey le entregó a mi padre para cuando tuviese que entregar a una de sus nietas en matrimonio. Vivimos en el bosque y durante cuatro inviernos mamá mantenía correspondencia con alguien en Francia más no sé con quién, se suponía que saldríamos del país pero luego mamá recibió noticias de que una rebelión estaba naciendo y que no era seguro para la nobleza, fuesen o no legítimos. No se sabía en quién confiar, mi madre decidió que era mejor esperar a ver qué sucedía antes de arriesgarnos, pero luego ella enfermó...

Sus ojos se volvieron vidriosos y sus pequeñas manos se aferraron con fuerza a uno de los holanes de terciopelo de su vestido.

-No sobrevivió el invierno... A pesar que la traje a su pabellón de caza para protegerla de la inclemencia del viento. Como verá mi lord, su esposa vale una fortuna en oro y joyas aunque no tenga una ascendencia muy legítima.—Se giró dándome la espalda antes que sus hombros empezaran a sacudirse en silenciosos sollozos.

Flor Salvaje Donde viven las historias. Descúbrelo ahora